Para estos estudiantes, el dolor de la pandemia resultó en activismo. Esto es lo que dicen que debería pasar ahora.

A young man works at his desk, wearing glasses, a protective mask, and a blue polo shirt. Several other students work at their desks around him in a classroom.
Dashawn Sheffield, a rising 11th-grader at North Star Academy Washington Park High School in Newark, N.J. (Courtesy of Amir Ballard)

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Dashawn Sheffield, estudiante de tercer año de escuela superior en Newark, tiene su propio soundtrack para representar los duros meses de pandemia que pasó. Es Mariah Carey.  

“La música siempre me ha ayudado a sobrellevar los momentos más importantes”, dijo Dashawn. “Funerales”, “estrés”... pongo una canción de Mariah”. Ella también ha pasado por muchas cosas en su vida personal y profesional — y lo superó todo para luego lograr grandes cosas.” 

De hecho, Dashawn estaba escuchando la canción de Mariah Carey “There’s Got to Be a Way” cuando se le ocurrió la idea de crear un nuevo consejo de bienestar en su escuela, la North Star Academy Washington Park High School.  

Él vio la necesidad de tener más apoyo para la salud mental de sus amigos tras un año de tanta pérdida. Su comunidad — como muchas otras comunidades negras e hispanas de Newark — fue fuertemente afectada. Hasta este mes de junio, casi 360 de cada 100,000 habitantes de Newark habían muerto por COVID, el doble del promedio nacional.

 Dashawn dijo que ha asistido a unos 19 funerales solamente en el último año. 

“Fua algo tan triste, a estas personas yo les ayudaba a entrar las compras a la casa”, dijo. “Y lo próximo era ver una ambulancia y una esquela.” 

La historia de Dashawn recuerda a tantas otras enviadas a Chalkbeat como parte de un proyecto llamado Pandemia 360, producido en colaboración con Univisión 41. Él fue uno de los más de 275 maestros, padres y estudiantes que se comunicaron con Chalkbeat cuando les pedimos a nuestros lectores de Nueva York y Newark que nos contaran cómo la pandemia afectó a sus comunidades escolares. 

Esta serie se ha enfocado bastante en las comunidades de Newark y Nueva York que lograron guiar a los estudiantes a través de retos grandes y pequeños, desde problemas con la señal de Wi-Fi hasta la muerte de sus padres. Ahora quisimos hablar con dos estudiantes, Dashawn y William Diep — estudiante de cuarto año en Nueva York — para que nos digan en sus propias palabras por qué es crucial escuchar a los estudiantes para que las escuelas superen las dificultades de la pandemia.

Dashawn Sheffield: Nosotros creamos un consejo de bienestar estudiantil. Así es como ha cambiado la conversación en torno a la salud mental.

Estudiante de undécimo grado de la North Star Academy Washington Park High School en Newark, N.J. 

Cuando llegó la pandemia, pasé de enseñanza presencial a virtual, como innumerables estudiantes de todo el país. De nuestras rutinas, todos pasamos a estar dentro, mirando la pantalla de una computadora durante ocho o nueve horas. 

Mis amigos y yo nos sentíamos desconectados, y para aliviar un poco el estrés, empezamos a hablar y a ayudarnos mutuamente con las tareas y la vida. Aunque yo sentía que a mí me iba bien con las clases virtuales, me di cuenta de que a muchos de mis amigos no. Algunos nos sentíamos deprimidos y aislados; otros luchaban por manejar su ADHD (trastorno de déficit de atención e hiperactividad). 

Dashawn Sheffield (en el medio) aparece en la foto con dos amigos. (Courtesy of Dashawn Sheffield)

Yo quería saber más sobre cómo les estaba yendo a los otros estudiantes fuera de mi grupo de amigos. Envié una encuesta y me contestaron más o menos 40 estudiantes de cada grado. Una y otra vez mencionaron estrés, duras cargas de trabajo, miedo. Sentí que todos estábamos pasando por las mismas luchas, pero que las estábamos manteniendo embotelladas adentro. 

Esto es lo que activó mi ambición y ganas de hacer algo. Antes de la pandemia yo realmente no participaba en la vida estudiantil de mi escuela. Después de COVID, quería ser líder estudiantil. El verano pasado, hablé con los líderes de mi escuela y les propuse la idea de crear un consejo de bienestar estudiantil. Yo quería que los estudiantes tuvieran un espacio entre ellos para procesar lo que están sintiendo, y que nosotros y los maestros recibiéramos más capacitación y asesoría sobre el tema del bienestar mental. 

La escuela nos escuchó. Al principio me preocupaba que todo fuera sólo una actuación. Pero en el otoño, nuestra escuela estableció nuestro consejo, y también ofreció una nueva clase sobre salud mental y bienestar. 

Ahora tenemos un espacio dirigido por estudiantes para educar a los padres, al personal y a los estudiantes sobre la importancia de la salud mental — creando así mayor conciencia en lo que respecta a las luchas y ayudándonos a fomentar resiliencia. El próximo año escolar los planes son tener días de bienestar mental, es decir, un día cada mes en el que destacaremos la salud mental.

Actualmente vivo con mi madrina — tristemente, muchas personas a nuestro alrededor fallecieron. Nos sentimos enojados y cansados — y no somos los únicos. 

Tener sistemas educativos sólidos es esencial para la recuperación de los estudiantes. Una escuela debe estar en el centro de la comunidad y entablar asociaciones profundas con la gente y los negocios del área. Y cada escuela debe trabajar con los estudiantes para establecer un consejo de bienestar estudiantil.  

William Diep: Durante la pandemia de COVID, los estudiantes alzaron la voz. Eso no puede detenerse ahora.

Recién graduado de cuarto año de la Brooklyn Latin School de Brooklyn, Nueva York. Muy pronto será estudiante de primer año en la Universidad de Columbia. 

Recuerdo el primer día de mi último año — tenía clases virtuales de biología y química. Estaba navegando por Zoom y haciendo las tareas de la clase, y me sentía totalmente estresado. Tenía tanto que hacer — enviar emails a maestros con preguntas que no podía hacer en tiempo real, y tratar de averiguar cómo escribir un ensayo para la universidad. 

William Diep (Courtesy of William Diep)

Mi familia trató de ser muy cuidadosa, pero mi papá todavía trabaja en la industria de la construcción. En la primavera nos dio COVID a todos — mis papás primero, y luego yo. Fue bien duro. Pensé en el maestro de mi escuela que falleció por COVID al principio de la pandemia. Fue un momento muy emotivo para todos, y aquí estaba yo con la misma enfermedad. Afortunadamente, mi familia se recuperó. 

 Mientras seguía la pandemia, muchos de mis amigos y compañeros de descendencia asiática estaban siendo atacados. Uno de mis amigos fue agredido verbalmente mientras se tomaba las fotos del último año. Nuestra escuela tiene un espacio de afinidad asiático-americana que dirigí este último año. Pudimos crear y ser anfitriones de foros y espacios para hablar de cómo el COVID estaba intensificando el racismo contra personas asiáticas. 

 Y el COVID empeora muchas de esas desigualdades: Desigualdad en tecnología, quién tiene Wi-Fi en el hogar, desigualdad en salud mental y acceso a recibir atención médica, desigualdad económica y pérdida de empleo, desigualdad en la distribución de vacunas en las comunidades de minorías. ¿Adónde pueden acudir las escuelas ante todo esto? ¿Cómo podemos seguir adelante después de un año de tantas dificultades? 

 Durante esta pandemia, hubo oportunidades como nunca antes para que los estudiantes alzaran la voz. De repente, la gente en el poder nos estaba preguntando cómo estábamos y qué necesitamos para tener éxito. Esto debió haber sucedido antes, es cierto, pero no puede detenerse ahora. 

 En vez de los estudiantes acercarse a los maestros, los maestros se acercaron a los estudiantes durante la pandemia creando buzones de sugerencias y enviando formularios de opinión anónimos. Y luego usaron nuestros comentarios de forma tangible. Por ejemplo: Después de una encuesta sobre el bienestar, la escuela creó un programa de mentoría entre los estudiantes de grados más altos y los de grados más bajos. Empezaron a organizar eventos de equidad en torno a raza y justicia, porque nosotros lo pedimos. 

 Nosotros dijimos que el plazo de entrega de los trabajos — que solía ser a las 10 pm — debería extenderse para acomodar a los estudiantes que trabajaban turnos de noche. Alguien inició una petición para cambiar esto, y la escuela escuchó. Ahí es que está el poder de la voz de los estudiantes. 

Más allá de la pandemia, espero que esta tendencia a escuchar a los estudiantes y a tomar en serio nuestras sugerencias continúe y se extienda a todas las escuelas. Hay muchos errores en nuestro sistema educativo, y las decisiones de los adultos son las que más afectan a los estudiantes. Nosotros deberíamos tener la voz mayor. 

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