El plan de deportación de Trump podría separar a millones de familias y dejar a las escuelas la responsabilidad de reparar el daño

A little girl sits in her mom's lap holding a white carnation with a tag attached that says "UNCLE." They're seated in a hearing room with many other people.
En 2019, se detuvieron a casi 700 trabajadores indocumentados en Mississippi. La redada tuvo un costo psicológico, emocional y académico para los 1.000 niños cuyos padres fueron arrestados ese día. (Rogelio V. Solis / Associated Press)

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Durante las redadas de 2019 en plantas de procesamiento de pollo en el centro de Mississippi, agentes de inmigración arrestaron a casi 700 trabajadores indocumentados, muchos de ellos padres de niños que asistían a escuelas locales.

Los adolescentes recibieron mensajes de texto, en los que se les indicaba que dejaran la clase con urgencia y que buscaran a sus hermanos menores. Personas cuyos nombres no figuraban en la lista de recogida se presentaron para llevar a los niños a casa. El personal escolar se apresuró a asegurarse de que ningún niño regresara a un hogar vacío, mientras que el dueño de un gimnasio local improvisó un refugio temporal para los niños que no tenían a dónde ir.

En el Distrito Escolar del Condado de Scott, un 25% de los estudiantes latinos, cerca de 150 niños, faltaron a la escuela al día siguiente. Cuando docenas de niños continuaron ausentes, el personal se subió a los autobuses escolares y fue de puerta en puerta con comida, tratando de convencer a las familias de que era seguro que sus hijos regresaran. Las actividades académicas se retrasaron, afirmó Tony McGee, el superintendente del distrito en aquel momento. Los alumnos no podían concentrarse en sus clases, tanto profesores como alumnos estuvieron distraídos durante semanas.

“Adoptamos una actitud de ‘mamá y papá’ y nos enfocamos en cuidar a los niños”, dijo McGee. Si bien algunos se recuperaron rápidamente, otros estuvieron afectados durante meses. “Era evidente que aún había preocupación en sus corazones”.

En el pasado, se han llevado a cabo redadas masivas en lugares de trabajo, enfocándose también en los empleadores como medida para desalentar la inmigración no autorizada. Si el expresidente Donald Trump gana un segundo mandato y aplica sus estrictas políticas migratorias, lo sucedido en Mississippi podría repetirse con mayor frecuencia, impactando a millones de niños y sus escuelas.

Si Trump gana la reelección, ha asegurado que llevará a cabo la mayor operación de deportación en la historia de los Estados Unidos, utilizando todos los recursos a su alcance, desde la policía local hasta la Guardia Nacional y las fuerzas armadas. Tanto Trump y su compañero de fórmula, el senador de Ohio J.D. Vance, han rechazado repetidamente responder acerca de si deportarían a los padres de niños ciudadanos estadounidenses.

Sin embargo, cualquier plan de este tipo inevitablemente afectaría a padres de niños en edad escolar, dejando a los educadores con la responsabilidad de proporcionar alimentos, ropa, asesoramiento y otros apoyos. Aquellos educadores que ya han pasado por situaciones similares aconsejan que las escuelas que sirven a comunidades de inmigrantes deben comenzar a prepararse. Ya que, se estima que alrededor de 4.4 millones de niños nacidos en EE. UU. tienen al menos un padre sin documentos.

Además, no está claro si Trump intentaría debilitar las políticas de ‘escuelas santuario’ que algunos distritos implementaron durante su anterior presidencia para proteger a los estudiantes inmigrantes y sus familias en el recinto escolar.

Las políticas de Trump apuntan a los niños inmigrantes

Trump frecuentemente señala a los niños inmigrantes en sus discursos y propuestas políticas.

El año pasado, dijo que buscaría poner fin al derecho a la ciudadanía automática para los niños nacidos en EE.UU. de padres indocumentados y defendió su política de separar a los niños inmigrantes de sus familias en la frontera entre EE.UU. y México. No ha descartado deportar a mujeres y niños como parte de su plan de deportación masiva.

“Lo vamos a analizar muy de cerca”, dijo en una entrevista el mes pasado, aunque reconoció que las imágenes de las familias que eran llevadas a los autobuses “complicaría mucho la situación”.

Tanto Trump como Vance han caracterizado a los niños inmigrantes como una carga para las escuelas, señalando que sobrecargan las aulas y complican la labor de los maestros con sus necesidades lingüísticas. Durante su primer mandato, los asesores más cercanos a Trump intentaron, sin éxito, otorgar a los estados el poder de impedir que los niños indocumentados asistieran a escuelas públicas, tal como reportó Bloomberg News. Un influyente think tank conservador está buscando reactivar esta propuesta en caso de que Trump gane un segundo mandato.

MÁS: Cómo una nueva coalición defiende los derechos educativos de niños indocumentados

Los defensores de los derechos de los inmigrantes temen que Trump busque poner fin a una política federal que ha existido durante décadas y que considera a las escuelas como zonas ‘seguras’ o ‘protegidas’. En esas áreas, se supone que los agentes de inmigración no pueden vigilar o arrestar a las familias, excepto en circunstancias extraordinarias, para evitar que los niños se sientan desalentados a asistir a la escuela.

“Las acciones de ejecución realizadas en estas localidades tienen un efecto dominó”, comentó Heidi Altman, directora de defensa federal en el Centro Nacional de Leyes de Inmigración. “Es muy alarmante para las comunidades imaginar la posibilidad de una administración de Trump, tanto por la aplicación de la ley en áreas protegidas y en sus alrededores, como las escuelas, pero también por el impacto en las instituciones educativas y al acceso a la educación”.

A young girl in a pink T-shirt sits on the floor of a community gym and holds her head in her hands, unable to eat the pizza or drink the soda in front of her.
Después de las redadas en Mississippi, algunos niños cuyos padres fueron detenidos se quedaron en un gimnasio local que sirvió como refugio temporal. (Photo courtesy of Alex Love)

La campaña de Trump no respondió a preguntas sobre si el expresidente intentaría llevar a cabo actividades de aplicación de la ley migratoria en las escuelas o en sus alrededores como parte de su plan de deportación masiva. Sin embargo, el Proyecto 2025, un manual de políticas redactado por varios exfuncionarios de la Casa Blanca de Trump, propone anular cualquier documento que identifique ‘zonas protegidas’ donde la acción migratoria debería ser restringida.

Incluso cuando la aplicación de la ley de inmigración se lleva a cabo fuera del recinto escolar, puede tener efectos significativos en los niños y las escuelas.

Kheri Martínez tenía apenas 13 años cuando su madre fue detenida en las redadas de Mississippi en 2019. Ese día, ella fue una más de los casi 1000 niños cuyos padres fueron arrestados. Una amiga de la familia la recogió antes de tiempo de la escuela, y más tarde su padre —que estaba viajando por un trabajo de construcción— le informó que su madre había sido detenida.

La estudiante de séptimo grado reprimió sus propios miedos y les dijo a sus dos hermanitas que su mamá estaba trabajando horas extra. Para cenar, compartieron una pizza que llevaron amigos de la familia que estaban preocupados por lo que había ocurrido. Esa noche, Martínez se metió en la cama de sus padres con sus hermanitas, deseando que las cobijas que olían a su mamá le brindaran consuelo.

“Aunque no estoy segura de que mamá regrese hoy”, se dijo, “al menos tendré algo cercano que me recordará de ella, y se sentirá como si realmente estuviera aquí”.

Su mamá regresó a casa llorando a las 4 de la mañana. Los funcionarios de inmigración habían dejado en libertad a algunos padres de niños pequeños por motivos humanitarios, mientras se procesaban sus casos. En ese instante, Martínez sintió que podía volver a respirar.

Al día siguiente en la escuela, surgieron rumores de que se planeaba un ataque violento contra la institución y que el gobierno regresaría para llevarse a los niños. Todos parecían estar “en alerta”.

“Los niños hispanos, estábamos un poco desconcertados”, expresó Martínez. “En aquel momento, sentíamos que no éramos nosotros mismos”.

Las redadas de inmigración generan un profundo impacto emocional en los niños

Lo que vivió Martínez es una experiencia común entre los niños cuyos padres han sido detenidos en redadas migratorias. Diversas investigaciones han documentado el considerable impacto psicológico, emocional y financiero que tales operativos generan en los niños y sus familias.

Un estudio realizado por investigadores del Centro de Derecho y Política Social (The Center for Law and Social Policy), una organización sin ánimo de lucro, reveló que las redadas en Mississippi resultaron particularmente traumáticas para los niños que asistían a escuelas cercanas a una planta de procesamiento de pollo. Muchos presenciaron cómo sus padres eran esposados y forzados a entrar en furgones blancos al regresar de la escuela, lo que provocó gritos y llantos incontrolables.

El equipo de investigación señaló que los niños ‘continuaron padeciendo emocionalmente’ durante semanas y meses, y aquellos que se habían reunido con sus padres también mostraron signos de estrés postraumático y ansiedad por separación. Algunos niños de Kínder volvieron a mojar la cama, y los más pequeños retrocedieron en su habilidad para hablar. Era común que los niños regresaran a casa de la escuela, dejaran sus mochilas y durmieran el resto del día. Los adolescentes a menudo asumían un rol más activo en las tareas del hogar, como con el cuidado de niños y realizando trabajos remunerados para contribuir con la economía familiar.

Adults and children load groceries from a cart into the back of a minivan.
Un pastor local y otros voluntarios recogieron alimentos para distribuirlos a las familias afectadas por las redadas en Mississippi en 2019. (Rogelio V. Solis / Associated Press)

De manera similar, los investigadores del Urban Institute documentaron cómo redadas migratorias realizadas en tres estados afectaron a aproximadamente 500 niños debido a la detención de sus padres.

Los niños cuyos padres resultaron detenidos fueron los más propensos a sufrir angustia emocional, aunque el temor se extendió también a otros pequeños preocupados de que sus propios padres fueran ‘llevados’ después. Según los maestros, la hora de los cuentos se transformaba en un momento de conversación sobre las redadas, con mucha carga emocional. Algunos niños interpretaron la ausencia de sus padres como un abandono, y hubo quienes empezaron a comer menos y bajaron de peso, mientras que otros empezaron a portarse mal o tenían problemas para dormir.

“Algunos padres relataron que, incluso meses después de las redadas, sus hijos seguían llorando por las mañanas al dejarlos en la escuela o guardería, un comportamiento que solía ser poco común”, indicó el informe. “Decían que los niños se obsesionaban con la idea de si sus padres irían a buscarlos a la escuela”.

MÁS: Cómo un distrito escolar apoyó a los estudiantes recién llegados este año

Las detenciones provocaron retrasos en el pago de alquiler en muchas familias, ya que a menudo los detenidos eran el sostén económico principal. Tres de cada cuatro padres señalaron que, tras las redadas, enfrentaron serias dificultades para conseguir suficiente comida. La inestabilidad de viviendas llevó a algunos niños a cambiar de escuela varias veces. Los investigadores descubrieron que estas experiencias “distraen a los niños y afectan su rendimiento académico”.

Para Martínez, pasó un año antes de que la escuela volviera a sentirse normal. A menudo, se sentía al límite, ella estaba ‘en alerta’ ante la posibilidad de otra redada.

“Me dolió durante un tiempo”, confesó Martínez.

Cómo las escuelas y las familias pueden apoyar a los niños

Los líderes escolares sostienen que es complicado prepararse para una redada migratoria, ya que, por lo general, los agentes no notifican a las instituciones con antelación. Sin embargo, las escuelas que apoyan a comunidades inmigrantes pueden implementar medidas preventivas.

“Realizamos simulacros de incendios y tornados, evacuaciones de autobuses y, lamentablemente, en la actualidad también practicamos para situaciones de tiradores activos. Sin embargo, no hay muchos simulacros para redadas de ICE (El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos)”, dijo McGee, el exsuperintendente del Condado de Scott. “Cuando las familias están divididas y eres responsable de cómo regresan esos niños a casa y quién los cuida, es útil tener una idea, ese: Oye, necesitas estar preparado”.

El personal escolar que ha vivido redadas en sus comunidades sostiene que es fundamental establecer un protocolo de emergencia sobre cómo deben ser entregados los niños en la escuela si su cuidador autorizado no está disponible para recogerlos. También es útil identificar un posible refugio temporal para los estudiantes, ya sea en una escuela, una iglesia local o un centro comunitario.

McGee y su equipo se reunían a diario con los directores de las escuelas donde muchos niños se vieron afectados por las redadas para indagar sobre el bienestar de los maestros y los estudiantes. El distrito también proporcionó recursos para ayudar a los maestros a hablar sobre las redadas en clase, para explicarles la situación a los niños no afectados y ayudarlos a empatizar con los sentimientos de sus compañeros que sí lo fueron.

“No nos involucramos en la controversia política de porqué sucedió esto o aquello”, expresó McGee. “Nuestra responsabilidad es cuidar de los niños”.

A mother wearing a yellow shirt stands near a rock formation and hugs her teenage daughter, while her younger daughter spins in front of them. The older daughter is wearing a red T-shirt and jeans.
Gabriela Uribe Mejía con su hija, Kheri Martínez. Martínez tenía apenas 13 años cuando su madre fue detenida en las redadas de Mississippi en 2019. (Image courtesy of Gabriela Uribe Mejia)

Martínez encontró un gran apoyo en la atención que le dieron dos maestros durante ese momento. Cada uno, en diferentes momentos, la apartaron para conversar sobre lo sucedido y le dijeron que si necesitaba más tiempo para terminar sus tareas, solo tenía que comunicarles.

“Eso fue muy valioso para mí”, dijo Martínez. “Me hizo sentir que: “Ah, ellos me comprendían”.

Además, su familia ideó un plan claro sobre qué hacer y a dónde ir en caso de otra redada migratoria, lo que contribuyó a aliviar parte de la ansiedad. Por ejemplo, Martínez sabe que si su familia necesita vender sus cosas y regresar a México, ella se quedaría en los Estados Unidos para completar su carrera universitaria.

“Vas a cargar algo que no te corresponde, pero no hay opción”, le explicó Gabriela Uribe Mejía a su hija. “Ella dice: ‘No te preocupes, yo entiendo, yo sé qué hacer,’ pero es una niña”.

Aun con los esfuerzos realizados, los defensores de los derechos de los inmigrantes no pueden evitar preocuparse por las consecuencias que este proceso dejará en la vida de los niños y sus familias.

Lorena Quiroz, quien lidera la Alianza de Inmigrantes por la Justicia y la Equidad en Mississippi, se unió con otros miembros de la comunidad. Juntos visitaron hogares para preguntar a las familias del vecindario si requerían alimentos, ayuda legal o cualquier otro tipo de asistencia, tras las redadas en el estado.

Quiroz ha sido testigo de familias divididas por el consumo de alcohol y las peleas, así como de adolescentes que decidieron abandonar la escuela. Muchas madres todavía sienten vergüenza por las semanas en las que usaron un grillete en el tobillo, visible bajo sus tradicionales faldas mayas. Los adultos aún se emocionan al pasar cerca de las plantas de procesamiento de pollo, recordando las difíciles experiencias que vivieron y la vulnerabilidad de sus familias ante la amenaza de la deportación.

“La gente habla de lo ocurrido como si hubiera sido ayer”, dijo Quiroz. “Imagina que eso sucediera en todas partes”.

Traducido por Flavia Melisa Franco

Kalyn Belsha es una periodista senior especializada en educación, ubicada en Chicago. Puedes comunicarte con ella a través de su correo electrónico: kbelsha@chalkbeat.org.

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