Carlos García Saldaña condujo a través de las calles donde las casas, las tiendas y las iglesias habían sido “borradas del mapa”. El responsable de la red de escuelas charter necesitaba conocer la magnitud de los daños producidos en sus escuelas. Mientras tanto, el incendio del Eaton que había destruído gran parte de Altadena, continuaba extendiéndose por las montañas de San Gabriel.
Cuando García Saldaña llegó a la escuela Odyssey Charter School South, la fachada y la entrada principal parecían intactas. Sin embargo, al mirar hacia la izquierda y hacia la colina, se encontró con una pila de metal retorcido y escombros quemados. Ese era el lugar donde, apenas dos días antes, se encontraban las aulas, oficinas, mesas de almuerzo, juegos para niños y un club para actividades extracurriculares. Los tocones de los árboles, que eran el sitio donde los estudiantes solían sentarse a comer y soñar, continuaban humeando.
“Es simplemente estremecedor y desgarrador”, expresó García Saldaña.
Durante una semana de enero, los incendios forestales avivados por fuertes vientos alteraron grandes áreas de Los Ángeles, provocando la muerte de al menos 25 personas y arrasando con más de 12,000 estructuras. Una docena de escuelas han sido afectadas o destruidas. El peligro no ha pasado, ya que los incendios están solo parcialmente controlados y se espera que ocurran vientos intensos hasta el miércoles.
Cientos de miles de estudiantes se quedaron sin clases. Más de 1,000 escuelas en 19 distritos anunciaron cierres temporales. Esto ocurrió debido a la alta contaminación del aire, las órdenes de evacuación cambiantes y las numerosas familias de estudiantes y personal que habían perdido sus hogares.
El martes 14 de enero, el gobernador Gavin Newsom de California emitió una orden ejecutiva suspendiendo muchas reglas que rigen a las escuelas. El objetivo es que las escuelas puedan funcionar en instalaciones temporales y permitir que los estudiantes se inscriban en otros distritos. Otra medida fue eliminar la obligación de cumplir con los días de clase establecidos por la ley.
En el Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles, varias escuelas ubicadas en zonas aún bajo órdenes de evacuación, incluidas tres que fueron consumidas por las llamas en el vecindario de Pacific Palisades, permanecieron cerradas durante la segunda semana del incendio.
Mientras el incendio de Palisades seguía amenazando la región, el Distrito Escolar Unificado de Santa Mónica-Malibú retomó actividades en Santa Mónica el 14 de enero. Sin embargo, las escuelas en Malibú permanecieron cerradas un día más por cortes en las carreteras y en el suministro de electricidad y gas. Con el incendio de Palisades tan cerca, muchas familias locales se vieron obligadas a evacuar. El distrito publicó una guía de recursos para las familias que se enfrentan a esta situación y confirmó que monitorea la calidad del aire de las instalaciones gracias a sus sistemas de filtración de aire.
El incendio de Eaton, que inició el 7 de enero, golpeó con fuerza al Distrito Escolar Unificado de Pasadena, dejando serios daños en cinco de sus escuelas en Altadena. Entre ellos se encontraban un Middle School del distrito, un Elementary School cerrado y tres escuelas charter, incluida Odyssey South, conocida como OCS South. El distrito anunció que sus escuelas permanecerán cerradas esta semana, pero ofrecerán aprendizaje en línea autodirigido y un programa de comida para llevar.
Una comunidad muy unida se enfrenta a múltiples pérdidas
La rutina de García Saldaña está ahora marcada por apoyar a las familias y al personal que quedaron sin hogar, mientras busca un espacio para que los estudiantes puedan regresar a la escuela lo más pronto posible.
Odyssey cuenta con dos escuelas charter en Altadena: OCS South y Odyssey Charter, la escuela original de la red, que apenas sufrió daños, limitados a algunos árboles caídos y residuos de humo. La red charter, fundada en 1999, actualmente educa a 830 alumnos desde el kindergarten hasta el octavo grado.
En 2018, OCS South abrió sus puertas y, hace tres años, se trasladó a su ubicación actual, en los terrenos de la que fuera Edison Elementary School. Desde entonces, la comunidad de Odyssey ha estado trabajando arduamente para convertir el campus en su propio hogar: pintando murales, creando jardines y renovando los juegos infantiles antiguos.
Durante el fin de semana, García Saldaña envió un video a las familias en el que describió los daños en los edificios de las dos escuelas. La escuela Odyssey Charter necesitará una limpieza a fondo, mientras que la sede de OCS South sufrió una pérdida casi total. Sin embargo, en el video, resaltó que lo que realmente importa en Odyssey no son las instalaciones, sino “la comunidad que hace que sea un lugar tan especial y único, que todos amamos profundamente”.
Emmanuel Barragán, quien tiene tres hijos estudiando en OCS South, coincidió con lo expresado en el video al dejar a su hija y sus dos hijos en el Boys & Girls Club de Pasadena. “[Garcia Saldaña] sabe el nombre de cada niño y entiende sus necesidades”, afirmó. “En ocasiones, da la impresión de que la escuela actúa como un padre más”.
Odyssey se asoció con el Boys & Girls Club para ofrecer cuidado infantil gratuito mientras siguen cerradas las escuelas. Además, el club notificó a otras escuelas de la comunidad que sus puertas estarían abiertas para cualquier niño en edad escolar que necesite un lugar seguro. Las instalaciones ofrecieron programación durante todo el día: actividades artísticas y manualidades, deportes y juegos educativos. Además, no cobró la tarifa habitual de ingreso.
Para la media mañana del lunes 13 de enero, más de 200 estudiantes ya habían llegado. García Saldaña, conocido entre los estudiantes como “Doctor Carlos”, estaba en la puerta recibiendo a las familias de Odyssey. Mientras los estudiantes ingresaban, les daba abrazos y conversaba con los cuidadores sobre el estado de sus viviendas.
De una encuesta dirigida a 650 familias de Odyssey, se obtuvieron más de 300 respuestas. Entre ellas, 83 hogares de estudiantes reportaron una “pérdida total de su vivienda y pertenencias”. Otros mencionaron que todavía no sabían cuál era la condición de su hogar. Cuatro empleados de Odyssey, incluido el director de la escuela Charter, también perdieron sus viviendas debido al incendio.
El 8 de enero, alrededor de las 3:45 a.m., Marcellus Nunley, oriundo de Altadena, evacuó con su familia. Solo unas horas después, su hogar ya no existía. “Todo se derritió”, comentó su hijo de 5 años, quien cursa kínder en Odyssey Charter. Nunley dejó a su hijo en el Boys & Girls Club para tener tiempo de gestionar las complicaciones de haber perdido su casa en el incendio. Debía contactar a la compañía hipotecaria, comunicarse con el tasador fiscal del condado y adquirir esas pequeñas cosas esenciales en las que nunca había tenido que pensar, hasta que el fuego las consumió.
El impacto de las pérdidas se intensifica por el cariño que los residentes de Altadena sienten por su comunidad, famosa por sus acogedores bungalows, senderos para caminatas pintorescos y tiendas locales muy apreciadas. “Altadena es una comunidad diversa, y eso es fantástico. Es un lugar donde se puede caminar, pasear a los perros, es una combinación de lo urbano con lo rural”, expresó Nunley. “Es un gran crisol de culturas”.
Antes del incendio del Eaton, Altadena tenía una población de aproximadamente 42,000 habitantes. A partir de la década de 1960, muchas familias negras que no podían comprar casas en otros barrios de Los Ángeles encontraron en Altadena un lugar para establecerse. Actualmente, los residentes negros constituyen cerca del 18% de la población. Alrededor de un tercio de los residentes son hispanos, un 40% son blancos, y también hay una presencia significativa de familias asiático-americanas y de origen multirracial.
El cuerpo estudiantil de Odyssey es un reflejo de la diversidad racial de la comunidad. Además, cuenta con una diversidad económica, con aproximadamente 30% de los estudiantes calificados para almuerzos gratuitos o a bajo costo, según García Saldaña.
Caitlin Reilly tiene dos hijos, Townes, de 10 años, y Ellar, de 8, que asisten a OCS South. Cuando el incendio del Eaton obligó a otra familia de Odyssey a evacuar en la madrugada del 8 de enero, fueron a la casa que Reilly comparte con su pareja y sus hijos, situada en una parte de Pasadena fuera de la zona de evacuación.
Durante cuatro días, ocho personas —cuatro adultos y cuatro niños— compartieron el espacio de una casa con dos habitaciones y un baño. Los niños disfrutaron de una gran pijamada, mientras los padres revisaban constantemente sus dispositivos en busca de noticias sobre los incendios que arrasaban Los Ángeles.
Según cuenta Reilly, las familias de Odyssey se conectaron mediante redes sociales y cadenas de mensajes de texto, para ofrecer ayuda y solicitar apoyo según sus necesidades. Organizaron encuentros en interiores para que los niños pudieran jugar sin exponerse al aire contaminado por el humo. También reemplazaron los bates y guantes de béisbol de los jugadores de la liga infantil afectados por el incendio y coordinaron colectas de mochilas y útiles escolares. La escuela, por su parte, puso en marcha una campaña en GoFundMe para respaldar los esfuerzos de recuperación.
La devastación del incendio deja incertidumbre sobre los próximos pasos
La casa de la familia evacuada en Altadena aún se mantiene en pie, pero el vecindario está seriamente afectado y aún bajo órdenes de evacuación esta semana. Han conseguido un alquiler temporal, pero Reilly teme que muchas familias de la zona que perdieron sus hogares tendrán dificultades para encontrar alojamiento.
“El temor es que pase algo similar a lo de Katrina”, dijo. El huracán de 2005 arrasó con Nueva Orleans, destruyó o dañó gran parte de las escuelas y muchos residentes tuvieron que abandonar la ciudad. “Nos preocupa que tantas familias que son parte de nuestra comunidad se vean obligadas a irse porque no hay dónde puedan vivir”.
Esto afectaría gravemente a Odyssey, dado que su comunidad es muy unida y su financiamiento está vinculado a la cantidad de estudiantes matriculados.
“Se ha hablado con entusiasmo sobre limpiar y reconstruir, pero en términos logísticos de lo que viene después, no creo que nadie lo tenga claro todavía”, comentó Reilly, miembro de la Junta de Gobierno de las Escuelas Charter Odyssey.
Mary Scott, madre de Charlie, un estudiante de 10 años en OCS South, comparte el temor de una posible disminución en los estudiantes matrículados de las Escuelas Odyssey. “La realidad es que no todas estas familias tienen una buena situación económica, y ahora deben encontrar un lugar donde rentar, reconstruir y, al mismo tiempo, pagar sus hipotecas”, explicó. “Me preocupa las familias que tienen que mudarse. Sería una pérdida enorme”.
Los líderes de Odyssey reconocen que aún hay muchas incógnitas: la fecha de reapertura de las escuelas de manera presencial, los lugares donde se impartirán las clases, cuántas familias se quedarán en la zona y cuántas decidirán mudarse. Además, queda por definir hasta qué punto será necesario depender del aprendizaje remoto.
Scott dijo que espera no tener que recurrir al aprendizaje remoto, pues lo encontró muy complicado durante los cierres escolares por COVID, cuando su hijo cursaba el kínder y el primer grado. No obstante, si tuviera que decidir entre la educación en línea y dejar OCS South, probablemente se quedaría, porque “no quiero abandonar nuestra comunidad”.
Según García Saldaña, los años de la pandemia de COVID le dejaron importantes lecciones sobre el aprendizaje en línea. Por ejemplo, funcionan las lecciones más cortas y las pausas para moverse, pero no funciona pedir a los niños que permanezcan sentados por dos o tres horas seguidas. Aún así, su prioridad actual es encontrar una ubicación temporal donde los estudiantes puedan volver a las clases presenciales lo antes posible.
A la vez, intenta determinar la disponibilidad de los 115 empleados de Odyssey, ya que muchos aún están desplazados. En cuanto a los estudiantes, ha solicitado a los maestros que contacten a cada uno ya que, “es importante que haya una voz conocida al otro lado del teléfono que pregunte: ¿Qué necesitas? ¿Cómo está tu familia?”, señaló. “Ante todo, todos somos humanos”.
Traducido por Flavia Melisa Franco
Gabrielle Birkner es editora de reportajes y directora de becas en Chalkbeat. Puedes contactarla por correo electrónico a gbirkner@chalkbeat.org.