Kaylee, estudiante de octavo grado vestida con un hoodie azul claro, le leyó una lista de palabras (una por una) a la maestra Jessica Thurby. Batalló un poco con algunas: Leyó ‘debate’ como “deblate”, sacred como “secret” y defend como “define.”
Ambas repasaron las palabras que Kaylee no leyó bien. Cuando intentó leer la palabra sacred otra vez, Kaylee dijo “Se ve como la palabra scared”.
“Así es,” dijo Thurby. “Por eso el cerebro adivinó automáticamente. Pero estamos tratando de no hacer eso, ¿recuerdas?”
Para los estudiantes que llegan a la escuela intermedia sin contar con buenas destrezas de lectura, estas palabras se convierten en barreras que les impiden entender y dificultan el aprendizaje. Un programa nuevo en la escuela Alameda International Junior/Senior High School de Lakewood está tratando de ayudar.
El programa Bright MINDS, lanzado el otoño pasado, ofrece tutorías intensivas de lectura para ayudar a 14 estudiantes de séptimo y octavo grado que tienen dislexia u otras dificultades para leer. Los líderes escolares tienen planes de agregar un grado cada año hasta que Bright MINDS incluya hasta el 12mo grado, y el objetivo final es que sirva de modelo para otras escuelas en el distrito Jeffco (cuya matrícula es de 78,000 estudiantes) y el resto del estado.
Bright MINDS ha surgido en un momento en que los líderes de educación de están bastante enfocados en mejorar la enseñanza de lectura en la primaria, con iniciativas que incluyen requisitos nuevos de capacitación para los maestros de Kinder hasta tercer grado, y límites más estrictos en el currículo de lectura. Pero aparte de ser un modesto programa de lectura subsidiado, quienes establecen las políticas en el estado le han dado muy poca atención a las decenas de miles de estudiantes de secundaria que tienen problemas para leer.
Los estudiantes que no saben leer bien enfrentan consecuencias a largo plazo. Están en mayor riesgo de abandonar la escuela, ganar menos ingresos como adultos, y de terminar en el sistema de justicia criminal.
Los líderes del departamento de educación estatal dicen que el rol de ellos es mínimo en cuanto a resolver el problema de estudiantes mayores que no saben leer, ya que no existe ley equivalente a la Ley READ de 2012, que los obliga a ayudar a los estudiantes más pequeños que estén batallando para leer.
“Como no hay una ley similar a la Ley READ, no existe estructura en cuanto a la lectura y escritura en [los grados] cuarto hasta 12”, dijo Floyd Cobb, director ejecutivo de enseñanza y aprendizaje en el Departamento de Educación de Colorado. “Esa responsabilidad recae mayormente en los distritos”.
Los expertos dicen que el panorama de control local de Colorado significa que hay una amplia variedad en los tipos de ayuda adicional provista a los estudiantes de secundaria que no leen bien — si es que hay alguna.
“Siempre somos honestos con las familias sobre el hecho de que, a medida que los estudiantes siguen subiendo de grado, a menudo hay menos recursos para el tipo de intervención recomendada”, dijo Laura Santerre-Lemmon, que dirige la clínica de neurosicología de desarrollo en la Universidad de Denver, un centro que frecuentemente hace evaluaciones de dislexia en niños.
Enemigo de la seguridad en sí mismos
La dislexia, una discapacidad de aprendizaje que afecta entre un 15% y 20% de la población, tiene la capacidad de ser devastadora para los estudiantes y hacer que las tareas escolares de rutina les causen estrés y vergüenza.
Elise, estudiante de 13 años y participante en el programa Bright MINDS, tartamudeaba al leer en voz alta en la primaria y los otros niños la llamaron estúpida porque leía lentamente y no sabía deletrear bien.
La niña de séptimo grado, que tiene dificultad para escuchar los sonidos de las palabras, recuerda cómo finalmente se memorizó la palabra “people” porque la maestra estaba bastante frustrada con ella.
“Memoricé muchas palabras de esa manera porque temía que ella se enojara conmigo”, dijo.
Aun después de identificar que un estudiante tiene dislexia, los problemas pueden persistir si no reciben el tipo adecuado de ayuda. Brody, otro estudiante de Bright MINDS, fue diagnosticado en quinto grado con dislexia y calificó para recibir servicios de educación especial. Su mamá, Kristina Trudeau, dijo que sin embargo no estaba teniendo progreso en su escuela en el condado de Adams.
Estaba leyendo a nivel de Kinder, y reconocía únicamente palabras básicas como “cat” y “dog”. En un momento, ella descubrió que el programa de lectura que los maestros de Brody estaban usando no era recomendado para estudiantes con dislexia.
Trudeau ha visto el impacto real de las dificultades para leer de Brody. Una noche lo encontró llorando solo en el cuarto de lavandería. Se había propuesto hacerse cena, pero no podía leer las instrucciones en el paquete de pasta china.
“Me rompió el corazón”, dijo Trudeau. “Él piensa de manera diferente. Aprende de manera diferente. Y merece que esas necesidades sean atendidas”.
¿Qué tan grande es el problema?
La escasez de datos hace difícil cuantificar cuántos estudiantes de intermedia y secundaria están teniendo problemas para leer en Colorado.
Más de la mitad de los estudiantes de intermedia en Colorado tuvieron puntuaciones de poco rendimiento en los exámenes de lectura y escritura del estado en 2019, el último año en que los estudiantes de sexto, séptimo y octavo grado tomaron el examen. Es una medida aproximada, sin embargo, en parte porque el estado no separa los resultados de lectura y de escritura.
El alcance de los problemas de lectura es más claro para los estudiantes más pequeños porque la ley de lectura de Colorado de 2012 requiere que las escuelas identifiquen a los estudiantes con problemas significativos de lectura desde Kinder hasta tercer grado y que definan planes para ayudarlos a mejorar. De hecho, el estado ha separado fondos para ayudar a este grupo de estudiantes.
En contraste, para los estudiantes de cuarto hasta 12mo grado no existe ese requisito — y tampoco los fondos — aunque algunos estudiantes continúan sus planes de la ley READ por más tiempo después del tercer grado. Unos 48,000 estudiantes de Colorado en los grados cuarto hasta 12mo estaban en planes de la ley READ en 2021, lo cual representa un 8% de los estudiantes en esos grados.
Pero muchos estudiantes con dificultad para leer nunca son identificados para tener un plan de lectura porque sus problemas no son lo suficientemente graves en los primeros grados o porque ellos ocultan sus debilidades con vocabulario avanzado, excelentes destrezas verbales, y otras estrategias de compensación. Esos estudiantes a menudo se las ingenian para seguir subiendo de grado con las calificaciones mínimas aunque no hayan captado gran parte de lo que leían.
Ese fue el caso de Collin, estudiante de séptimo grado y aficionado al lacrosse que vive en el distrito Jeffco y está matriculado en el programa Bright MINDS.
Su mamá, Leslie Dennis, dijo que hasta el segundo grado Collin podía tomar exámenes de lectura usando una herramienta que le leía los pasajes. A su hijo siempre le fue bien en los exámenes, pero en tercer grado tuvo que leer los pasajes por sí solo y sus puntuaciones bajaron drásticamente. Sin embargo, Collin no recibió un Plan de la ley READ; solamente recibió sesiones de ayuda para ayudarle a ser más fluido al leer — es decir, poder leer rápido, sin errores, y con la expresión apropiada.
Las sesiones no fueron suficiente. Collin obtuvo calificaciones promedio en toda la primaria, pero todavía titubeaba al leer algunas palabras, odiaba leer en voz alta, y se llamaba “tonto” a sí mismo.
Dennis sabía que el problema tenía que ser mayor, y dijo “pero no sabía exactamente cuál era”.
Finalmente, en quinto grado y siguiendo el consejo de otra mamá, llevó a su hijo a hacerse una prueba privada y descubrió que tenía dislexia.
Equidad y acceso
El programa Bright MINDS — donde ‘MINDS’ es la sigla de Multisensory Intensive Dyslexia Support — fue una idea de Jason Glass, pasado Superintendente del Distrito Jeffco, nos dijo Todd Ognibene, sicólogo escolar de Alameda y coordinador de Bright MINDS. Cuando Glass dejó de ser superintendente en 2020, otros administradores continuaron el plan.
“Salté de la alegría porque esto era algo que el distrito… finalmente reconoció que se necesitaba”, dijo Ognibene.
Alameda, donde casi tres cuartas partes de los estudiantes califican para comidas con subsidio, fue seleccionada para ser la sede del programa por su ubicación centralizada. Ognibene y Andrea Arguello, Asistente del Director de la escuela, diseñaron Bright MINDS junto con Thurby, maestra de educación especial, y Sarah Richards, maestra de inglés como segundo idioma y cuya hija tiene dislexia.
Para asegurar accesibilidad, no requieren un diagnóstico de dislexia, cuya prueba privada puede costar cientos de dólares. En su lugar, el equipo evalúa a los solicitantes del Distrito Jeffco y otros distritos del área metropolitana de Denver para detectar características asociadas con dislexia u otros problemas de lectura relacionados.
Encontrar un programa de dislexia estructurado dentro de una escuela pública es una agradable sorpresa para muchas familias. Las escuelas privadas que ofrecen servicios similares son bastante caras.
Algunos padres le han dicho a Ognibene, “Esto fue más difícil que encontrar una aguja en un pajar”.
Los estudiantes del programa reciben 80 minutos de lectura diarios. Aproximadamente la mitad recibe la ayuda más intensa, un programa de intervención aprobado por el estado llamado Wilson Reading System. La otra mitad, que cuenta con destrezas de lectura un poco mejores, usan Just Words, otro programa de Wilson.
Bright MINDS está apenas empezando, pero los primeros resultados son prometedores. Desde el otoño hasta el invierno, los estudiantes que participaron mejoraron un 68% más de lo esperado típicamente en lectura.
“Estoy agradecida… Por esto es que yo estaba exactamente peleando”, dijo Trudeau, la mamá de Brody. “No es justo asumir una deuda de $30,000 al año simplemente para que tu hijo reciba la educación correcta”,
Este año, Bright MINDS incluye algunos estudiantes que están en el programa de educación especial, algunos que tienen otros planes de aprendizaje, y otros que no tienen ningún plan. Algunos estudiantes hablan inglés como segundo idioma.
Los estudiantes del programa también reciben ayuda con destrezas como planificación y organización, ya que es común que otros trastornos ocurran junto con la dislexia, como por ejemplo déficit de atención/hiperactividad.
Los estudiantes de Bright MINDS no tienen que faltar a sus clases básicas para asistir a su clase diaria de lectura. En su lugar, simplemente no se matriculan en una de las clases electivas. Además, Thurby o Richards los acompañan en sus clases básicas para asegurar que estén recibiendo la ayuda necesaria para absorber el contenido.
Arguello, que también tiene dislexia, recuerda el impacto que tenía ser sacada de las clases generales en la escuela para recibir ayuda con la lectura.
“Me tomó mucho tiempo ponerme al día”, dijo.
Cambio en la atención
Hay señales de que pronto habrá más ayuda para los estudiantes de los grados mayores.
En 2020, el gobierno federal le otorgó $16 millones en grants a los distritos de Colorado para ser destinados a iniciativas de lectura y escritura que cubran desde la niñez temprana hasta la secundaria. Hasta ahora diez distritos han recibido los grants, y estos incluyen Aurora, Cherry Creek, St. Vrain Valley, Harrison, Lewis-Palmer y Sheridan.
Además, esta primavera se aprobará una ley para requerir que los directores de primaria y los intervencionistas que trabajan con estudiantes de cuarto hasta 12mo grado completen una capacitación en enseñanza de lectura similar a la que ya se les requiere a los maestros de los grados K-3.
Jill Youngren, consultora que está ayudando a los distritos St. Vrain y Sheridan con sus grants, aboga por una estrategia sistémica para ayudar a los estudiantes que están batallando con la lectura — asegurar que los educadores usen las evaluaciones correctas, identifiquen el problema raíz, y sepan cómo impartir enseñanza que resuelva la brecha.
“Si se empieza temprano todo eso se puede evitar, pero no podemos tirar la toalla por un niño que no recibió la instrucción correcta y decir, ah pues, lo sentimos, así es la vida, qué pena”.
Los estudiantes de Bright MINDS y sus padres dicen que este año el programa los ha ayudado con mucho más que lectura, deletreo y redacción. Ha logrado que la experiencia de tener dislexia se siente menos aislante.
“Ha sido excelente”, dijo Elise, “Es como tener un montón de hermanos y más padres que te están cuidando”.
Una encuesta rápida de las metas profesionales entre los estudiantes de Bright MINDS demostró una gran variedad: Astronomía, medicina, guardabosque, ingeniería y jugador de béisbol. Ognibene dijo que la prioridad es empoderar a los estudiantes para que logren sus metas.
“Queremos que se gradúen de Alameda sabiendo que esencialmente no existe opción que no puedan perseguir”, dijo.
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Ann Schimke es reportera senior en Chalkbeat y cubre temas de niñez temprana y de lectura y escritura en la niñez temprana. Comunícate con Ann escribiéndole a aschimke@chalkbeat.org.