El año pasado, una estudiante se desmayó al salir de uno de los baños de Central High School en Pueblo, Colorado. Cuando Jessica Foster, la enfermera supervisora del distrito escolar, oyó a los angustiados amigos de la joven mencionar drogas, supo que tenía que actuar con rapidez.
Los socorristas estaban a solo cuatro minutos de distancia. “Pero aún así, cuatro minutos, si no están respirando en absoluto, son cuatro minutos demasiado largos”, dijo Foster.
Foster contó que consiguió una dosis de naloxona, un medicamento que puede revertir rápidamente una sobredosis de opioides, y se la administró a la estudiante. La niña revivió.
A 45 millas de distancia, en Colorado Springs, los funcionarios de Mitchell High School no tenían naloxona a mano cuando un estudiante de 15 años sufrió una sobredosis en clase, en diciembre de 2021, tras inhalar una pastilla de fentanilo en un baño de la escuela. Ese estudiante murió.
Desde entonces, el distrito escolar de Colorado Springs se ha unido a Pueblo y a docenas de otros distritos en el estado para suministrar a las escuelas intermedias y secundarias la medicación que salva vidas, a menudo conocida como Narcan, uno de sus nombres comerciales. Desde la promulgación de una ley estatal en 2019, Colorado cuenta con un programa que permite a las escuelas obtener el medicamento, normalmente en forma de aerosol nasal, de forma gratuita o a un costo reducido.
Sin embargo, no todas las escuelas están de acuerdo con esta idea. Aunque más distritos se han unido desde el año pasado, sólo alrededor de un tercio de los distritos de Colorado se habían inscrito en el programa de distribución estatal al inicio de este año escolar. Y en la docena de condados con las tasas de mortalidad por sobredosis de drogas más altas del estado, muchos distritos escolares no se habían inscrito debido al persistente estigma en torno a la necesidad de tener una medicación para revertir sobredosis.
La Administración de Salud Mental y Abuso de Sustancias federal (SAMHSA, por sus siglas en inglés) recomienda que las escuelas, incluidas las primarias, tengan naloxona disponible, ante el aumento de las sobredosis mortales de opioides, especialmente de la potente droga fentanilo. Y 33 estados tienen leyes que permiten expresamente a los centros escolares o a sus empleados llevar, almacenar o administrar naloxona, según Jon Woodruff, abogado director de la Legislative Analysis and public Policy Association (LAPPA), que realiza un seguimiento de las políticas sobre naloxona en todo el país.
Entre ellos, alrededor de nueve requieren que al menos algunos centros de enseñanza primaria y secundaria, de kinder a doceavo grado (K-12) almacenen naloxona en el lugar, incluido Illinois, cuya norma entrará en vigencia en enero. Algunos estados, como Maine, también requieren que las escuelas públicas ofrezcan formación a los estudiantes sobre cómo administrar naloxona en forma de aerosol nasal.
Rhode Island exige que todos los centros K-12, tanto públicos como privados, dispongan de naloxona. Joseph Wendelken, vocero del Departamento de Salud de Rhode Island, dijo que en los últimos cuatro años se administró naloxona nueve veces a jóvenes de 10 a 18 años en establecimientos educativos.
A principios de septiembre, el medicamento también empezó a venderse sin receta en todo el país, aunque el precio de $45 por envase de dos dosis preocupa a algunos especialistas en adicciones, que temen que esté fuera del alcance de quienes más lo necesitan.
Pero el medicamento todavía no está tan generalizado públicamente como los desfibriladores externos automáticos o los extintores de incendios. Kate King, presidenta de la National Associaction of School Nurses, afirmó que la reticencia a tenerlo en las escuelas puede deberse a que los funcionarios se resisten a prestar un servicio médico, o al costo que supone reabastecerse de naloxona y formar al personal para que la utilice. Pero el principal obstáculo que ha escuchado es que los centros temen ser estigmatizados como una “mala escuela” que tiene un problema de drogas, o como una escuela que tolera las malas decisiones.
“Los distritos escolares son muy cuidadosos con su imagen”, señaló Yunuen Cisneros, directora de inclusión y alcance comunitario de la Public Education & Business Coalition, que sirve a la mayoría de los distritos escolares del estado. “Muchos de ellos no quieren sumarse a este programa, porque aceptarlo es aceptar un problema de drogadicción”.
Esa es la forma equivocada de verlo, dijo King. “Hay que equipararlo a nuestro stock de albuterol para los ataques de asma, o a nuestro stock de epinefrina para el shock anafiláctico (reacción alérgica grave)”, apuntó.
Funcionarios de salud de Colorado no pudieron precisar con qué frecuencia se había utilizado la naloxona en los centros escolares del estado. En lo que va de año, al menos 15 jóvenes de entre 10 y 18 años han muerto por sobredosis de fentanilo, pero no necesariamente en las escuelas. Y en 2022 murieron 34 en ese grupo de edad, según el Departamento de Salud Pública y Medio Ambiente del estado. Una de las víctimas fue José Hernández, de 13 años, quien murió en su casa, en agosto de 2022, por una sobredosis de fentanilo, pocos días después de comenzar el octavo grado en Aurora Hills Middle School. Su abuela encontró su cuerpo una madrugada, sobre el lavabo del baño.
Con la llegada de este nuevo año escolar, más escuelas de Colorado tienen suministros de naloxona disponibles para los estudiantes. El año pasado, los legisladores estatales asignaron $19,7 millones en ayuda federal al Naloxone Bulk Purchase Fund, un fondo al que pueden acceder, entre otros, distritos escolares, cárceles, socorristas y organizaciones de servicios comunitarios.
“Es la mayor cantidad que hemos tenido”, señaló Andrés Guerrero, gerente del programa de prevención de sobredosis del departamento de salud del estado.
Según datos facilitados por el departamento de salud de Colorado, 65 distritos escolares estaban inscritos en el programa estatal para recibir naloxona a bajo precio o gratis al inicio del curso escolar. Otros 16 se habían puesto en contacto con el estado para solicitar información, pero a mediados de agosto aún no habían finalizado los pedidos. Los 97 distritos escolares restantes no disponían de naloxona en sus centros o la habían adquirido en otros lugares.
Guerrero explicó que los distritos deciden a quién capacitar para administrar el medicamento. “En algunos casos, son sólo las enfermeras escolares. En otros, son las enfermeras escolares y los profesores”, dijo. “Y, a veces, también los estudiantes”.
En Durango High School, la muerte en 2021 de un estudiante de secundaria impulsó a los alumnos a reclamar el derecho a llevar naloxona al colegio con permiso de los padres —y a administrarla en caso necesario— sin temor a ser castigados.
Hizo falta organizar una protesta durante una reunión del consejo escolar para conseguir el permiso, contó Hays Stritikus, que se graduó esta primavera de Durango. Ahora participa en la redacción de una ley que permitiría expresamente a los estudiantes de todo el estado llevar y distribuir Narcan en los centros escolares.
“El objetivo es un mundo en el que el Narcan no sea necesario”, comentó. “Pero lamentablemente no es en donde vivimos”.
Algunos expertos en salud no están de acuerdo en que todas las escuelas deban almacenar naloxona. Lauren Cipriano, economista de la salud de la Western University en Canadá, ha estudiado la efectividad de la naloxona en los centros de secundaria de ese país. Aunque se han producido intoxicaciones por opioides en escuelas, dijo, las secundarias suelen ser entornos de muy bajo riesgo.
Las estrategias más eficaces para combatir la epidemia de opioides son los centros de intercambio de agujas, los lugares de consumo supervisado de drogas y el tratamiento asistido con medicación que reduce el síndrome de abstinencia o atenúa el “viaje”, agregó Cipriano. Pero estos métodos pueden resultar caros en comparación con la distribución de naloxona.
“Cuando el estado crea un gran programa gratuito como éste, parece que está haciendo algo respecto a la epidemia de opioides”, señaló. “Es barato y parece que estás haciendo algo, y eso es oro en política”.
Las escuelas públicas de Denver, el mayor distrito escolar de Colorado, comenzaron a almacenar naloxona en 2022, indicó Jade Williamson, gerente del programa de escuelas saludables del distrito.
“Sabemos que algunos de los estudiantes están a la vanguardia de estos temas antes que las generaciones mayores”, afirmó Williamson. “Saber dónde encontrarlo, y acceder al medicamento cuando sea necesario a través de estos adultos que se han preparado, ya sea una enfermera de la escuela o un administrador, creo que les proporciona una cierta sensación de alivio”.
Los siete distritos más grandes del estado, con más de 25,000 estudiantes cada uno, participan en el programa estatal. En cambio, según un análisis de KFF Health News, sólo el 21% de los distritos con hasta 1,200 alumnos se han inscrito en el programa, a pesar que muchos de esos pequeños distritos se encuentran en zonas con tasas de mortalidad por sobredosis de drogas superiores al promedio estatal.
Algunos distritos escolares han encontrado una forma de obtener naloxona al margen del programa estatal. Esto incluye el Distrito Escolar 60 de Pueblo, donde la enfermera supervisora Foster administró naloxona a una estudiante el año pasado.
El distrito escolar de Pueblo obtiene la naloxona gratis de una organización local sin fines de lucro llamada Southern Colorado Harm Reduction Association. Foster dijo que intentó inscribirse en el programa estatal, pero encontró dificultades. Así que decidió seguir con lo que ya funcionaba.
El distrito escolar RE-1 del condado de Moffat, en Craig, Colorado, obtiene la naloxona de un centro local de tratamiento de adicciones, según Myranda Lyons, enfermera del distrito. Lyons contó que capacita al personal de la escuela sobre cómo administrarla cuando les enseña RCP (reanimación cardiopulmonar).
Christopher deKay, superintendente del Distrito Escolar Ignacio 11Jt, dijo que su personal de recursos escolares ya llevan naloxona, pero que el distrito también se inscribió en el programa estatal, para que las escuelas puedan almacenar el medicamento en la enfermería en caso de que el personal de recursos no se encuentre cerca.
“Es como todo, como capacitar en seguridad contra incendios. Nunca sabes lo que va a pasar en tu escuela”, señaló deKay. “Si ocurre lo impensable, queremos ser capaces de responder de la mejor manera posible”.
Esta historia se produjo con la colaboración de El Comercio de Colorado.
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