Después de una semana de asistir a reuniones y esperar para que los llamaran a comentar, de suplicar con vehemencia y secarse las lágrimas con pañuelos provistos por el distrito escolar, cientos de estudiantes en Denver intentaron otra manera el viernes de expresar su oposición a un plan de que cierren sus escuelas.
Estudiantes de educación media y high school de tres de las 10 escuelas pequeñas que figuran en la lista de cierres marcharon hacia la oficina central de las Escuelas Públicas de Denver. Se pararon en la acera con carteles hechos en casa y megáfonos y les hicieron saber a los representantes del distrito cómo se sienten.
“¡Quiten sus manos!” gritaron en coro. “¡De nuestra escuela!”
Cuando tres integrantes del consejo escolar de Denver salieron por las puertas bajo llave y ofrecieron reunirse con un pequeño grupo de estudiantes, una estudiante llamada Camila en su último año de high school en el Centro de Denver para Estudios Internacionales le dijo a multitud que estaban marcando una diferencia.
“¡Nuestras voces se están escuchando!” dijo en un micrófono mientras dos compañeros cargaban un amplificador arriba de sus cabezas. “¡Nuestras historias están dejando una marca!”
Toda la semana, estudiantes, padres y maestros de 10 escuelas han estado tratando de persuadir a los integrantes del consejo escolar para que rechacen una recomendación del superintendente Alex Marrero diseñada para abordar la disminución en la cantidad de estudiantes inscritos en el distrito. La votación del consejo está programada para el jueves.
Después de aceptar un corto período de tiempo con solo dos semanas entre la recomendación y la votación, los integrantes del consejo se distribuyeron para visitar las 10 escuelas. Organizaron cuatro reuniones en cada escuela, asignando tiempo para escuchar a las familias y a los educadores en la mañana, durante la hora del almuerzo, en la tarde y nuevamente en la noche. El calendario lleno fue un intento de realizar una mejor tarea interactuando con la comunidad en comparación con la última vez que Marrero recomendó cerrar escuelas.
Según la recomendación actual de Marrero, la Escuela Primaria Castro, la Escuela Primaria Columbian, la Escuela de Innovación y Diseño Sostenible de Denver, la Academia Internacional de Denver en Harrington, la Escuela Primaria Palmer, la Escuela Primaria Schmitt y la Escuela West de Educación Media se cerrarían.
La Academia Kunsmiller de Artes Creativas, la Escuela Dora Moore de educación temprana a 8º grado y el Centro de Denver para Estudios Internacionales (DCIS, por sus siglas en inglés) se cerrarían parcialmente, ya que cada escuela perdería algunos grados.
“No hemos decidido todavía cómo votaremos”, la presidenta del consejo Carrie Olson dijo en una sala totalmente llena en la Escuela West de Educación Media. “Por eso estamos hoy aquí, para escucharlos”.
Lo que el consejo escuchó fue frustración, enojo y tristeza.
“Somos familia”, Laura Reyes, una madre de West, les dijo en español a los integrantes del consejo, pausando para que la intérprete dijera sus palabras en inglés. Señaló a su pequeño hijo a su lado.
“Él tiene que venir aquí”, dijo Reyes.
“Estamos dividiendo a esta comunidad”
Estudiantes, padres y maestros expresaron inquietudes similares en todas las 10 escuelas. A los estudiantes les preocupa perder a los maestros en quienes confían y que los separen de sus buenos amigos.
A los padres les preocupa que sus hijos se pierdan en escuelas más grandes—o, aún peor, que sufran acoso escolar.
A los maestros les preocupan sus trabajos. Muchos también defendieron a sus escuelas como comunidades unidas donde cada educador conoce a cada estudiante y se asegura de que sus necesidades se cubran.
“No encajamos la narrativa que se inventa sobre las escuelas pequeñas, y lo tomamos a pecho”, les dijo el martes Jennifer Nelson, la directora de la Escuela Primaria Schmitt, a los integrantes del consejo.
Esa narrativa, según los representantes del distrito la explicaron, es que debido a que Denver financia sus escuelas por estudiante, las escuelas pequeñas no tienen suficiente dinero para ofrecer programas sólidos. Las escuelas con pocos estudiantes inscritos quizás tengan que recortar clases opcionales o combinar salones.
En Schmitt, el personal dijo que la situación no es así. La escuela tiene un maestro y un asistente de maestro en cada salón, programas bilingües y un equipo de salud mental. Pero con 127 estudiantes, Schmitt también recibió más de $430,000 en pequeños subsidios escolares del distrito este año, según datos del distrito, los cuales representaron cerca del 12 por ciento del presupuesto de Schmitt.
Nelson dijo que, aunque le encantaría que la escuela permaneciera abierta—”La única forma de que me saquen de esta escuela es que me echen porque mi corazón vive aquí”, les dijo a los integrantes del consejo—cree que el plan del distrito para Schmitt es mejor que hace dos años, cuando el distrito propuso cerrar Schmitt y transferir a todos los estudiantes a una escuela cercana.
Esta vez, a las familias las animarían a elegir entre tres escuelas.
“Quiero reconocer que la equidad que se está ofreciendo esta vez es mejor que en el pasado”, dijo en una sala llena de padres y maestros frustrados. “Dos de las escuelas son muy buenas escuelas. Estamos recibiendo una oferta de transporte a cualquiera de las tres escuelas. Aprecio eso como alguien que ama a sus niños no solo hoy pero para todas sus vidas”.
En otras escuelas, algunos maestros y padres reconocieron que la disminución de estudiantes inscritos ha resultado en recortes del personal y programas. Sin embargo, no están contentos con la solución que el distrito ha propuesto.
Por ejemplo, la mitad de los estudiantes en la Escuela Primaria Castro serían transferidos a una escuela cercana y la otra mitad serian transferidos a otra. Una de las escuelas cercanas, la Escuela Comunitaria CMS, es una escuela de lenguaje dual donde los estudiantes reciben enseñanza tanto en inglés como en español. Mientras que casi todos los estudiantes en Castro son latinos, no todos hablan español.
“Sí creo que estamos dividiendo a esta comunidad, lo cual es una de la partes difíciles aquí”, dijo Kaylee Keuthan, la trabajadora social en Castro. “La división está creando aún más imprevisibilidad e inestabilidad para niños que ya enfrentan eso”.
Estudiantes piden: “Por favor no nos cierren”
Para algunos estudiantes, esta es la segunda vez que enfrentan el cierre de su escuela. Joy, una estudiante de tercer año de high school en DCIS dijo que vino a la escuela después de que su escuela charter, la Academia Indoamericana de Denver, cerrara en la primavera de 2023. Los estudiantes indígenas, dijo, encontraron un nuevo hogar en DCIS, donde organizan eventos culturales y enseñan idiomas indígenas.
“DCIS me acogió con los brazos abiertos cuando estaba buscando otra escuela”, les dijo a los integrantes del consejo el jueves. “Me gustaría que a todos ustedes realmente les importara”.
Los estudiantes de DCIS han propuesto un plan para que su high school de 210 estudiantes comparta un espacio con la Escuela de Innovación y Diseño Sostenible de Denver, una high school aún más pequeña con solo 60 estudiantes que se ha convertido en un espacio seguro para estudiantes LGBTQ y neurodiversos.
Estudiantes de primaria y educación media también compartieron su oposición a los posibles cierres. El miércoles, estudiantes de quinto grado en la Escuela Primaria Castro tomaron turnos para hablar ante el consejo.
“Castro es la única escuela a la que puedo caminar desde casa”, dijo Angelina, una estudiante de quinto grado. “Castro realmente es una excelente escuela. Por favor no nos cierren”.
“Muchas escuelas no tienen un perro de terapia, y eso significa que Castro es una escuela a la cual le importa mucho la salud mental de los estudiantes”, Elyssa, otra estudiante de quinto grado, dijo sobre el nuevo perro de terapia en Castro, Silver. “¿Adónde irá [Silver] si cierran Castro?”
“Somos solo niños”, dijo la estudiante de quinto grado Analizeth. “No deberíamos tener que preocuparnos por estas cosas”.
Ana Mejia, una madre con hijos en Castro, dijo que sus niños han estado llorando por días.
“Mi hija ha estado llorando hasta que se duerme”, Mejia dijo. “Vivimos en un mundo feo. Hay acoso en cada escuela. ¿Cómo hará nuevos amigos? Tengan corazón. Piensen en los niños”.
A Dalia Miranda, quien tiene tres niños en Schmitt, también le preocupa el acoso escolar. Les dijo a los integrantes del consejo el martes que cerrar escuelas confiables y enviar a los niños a entornos desconocidos es como “enviar nuevas víctimas a escuelas donde existe el acoso”.
Miranda también preguntó por qué el distrito recientemente mejoró el edificio de Schmitt—invirtiendo más de $1 millón en un nuevo elevador, pintura y muebles nuevos, y otros proyectos este verano—si el superintendente iba a recomendar que la escuela se cerrara. El dinero provino de una medida electoral de $795 millones aprobados por los votantes de Denver en 2020.
“Estamos todos comprometidos a, siempre que el edificio esté abierto, vamos a presionar y darle lo que necesita”, dijo la integrante del consejo Xóchitl “Sochi” Gaytán. “Si la escuela cierra, no se quedará vacía”.
Padres cuestionan los datos del distrito
Mientras que algunos padres intentaron apelar a los corazones de los integrantes del consejo escolar, otros intentaron cambiar sus maneras de pensar usando datos, cuestionando las cifras del distrito sobre estudiantes inscritos y acusando a los representantes del distrito de distorsionar los datos o por falta de previsibilidad en sus predicciones.
Los padres mencionaron nuevos desarrollos residenciales, algunos con apartamentos de cinco recámaras para familias. Pero los representantes del distrito dijeron que la llegada de nuevas familias no es suficiente para compensar por las pérdidas de estudiantes inscritos causadas por menores tasas de nacimiento y crecientes costos en la vivienda que han empujado a muchas familias a dejar la ciudad.
Un vecino de Castro dijo que observa autobuses escolares que paran en casas cercanas para pasar a buscar a niños y llevarlos a otras escuelas. ¿Por qué no pueden los niños mejor ir a Castro? preguntó.
Los niños podrían ir a Castro, Gaytán le dijo. Pero sus familias están eligiendo otras escuelas, de acuerdo con lo que la ley estatal permite. Datos demuestran que alrededor del 42 por ciento de los 90,000 estudiantes en el distrito asisten a una escuela que no es la escuela delimitada por su vecindario.
“No podemos controlarlos y forzarlos a que vengan aquí”, Gaytán dijo. “Están eligiendo otras escuelas”.
Gaytán habló sin limitaciones esta semana al expresar su opinión de que parte del problema es que el distrito permitió que muchas escuelas charter abrieran en el sudoeste de Denver, “extrayendo y llevándose a nuestros niños”. Los padres y maestros con frecuencia aplaudían después de que lo decía.
“Mi distrito—el sudoeste de Denver—ha sido charteado de más y no aprecio eso para nada porque miren dónde estamos ahora”, Gaytán les dijo a los maestros en Castro el miércoles.
Otros integrantes del consejo señalaron que, aunque se abrieron muchas escuelas charter en Denver a lo largo de las últimas décadas, muchas también se han cerrado. Doce escuelas charter en Denver han cerrado desde 2019, con frecuencia debido a una disminución de estudiantes inscritos, incluyendo en el sudoeste de Denver.
La opción de elegir una escuela volvió a mencionarse el jueves por la noche en la Escuela Primaria Palmer en el nordeste cercano de Denver. Palmer figuró en una lista anterior de cierres escolares en 2022. Aunque la escuela permaneció abierta, los padres dijeron que eso causó que muchas familias en el vecindario eligieran otras escuelas. Datos del distrito demuestran que 146 estudiantes eligieron salirse de Palmer en 2021. Este año, esa cantidad aumentó a 180.
Emily Bovard, una maestra de preescolar, le pidió al consejo entre lágrimas que ayudara a Palmer a retroceder esa tendencia.
“Ayúdennos a deshacernos de esa letra escarlata que se ha puesto en nuestra escuela”, dijo. “Ayúdennos a seguir siendo especial”.
En una reunión en Palmer el día anterior, una maestra preguntó qué iba a suceder con el edificio si la escuela se cierra, una pregunta común tanto entre las familias como los educadores.
Olson, la presidenta del consejo, dio la misma respuesta que había ofrecido la semana entera, una que el consejo escribió en su política: que el superintendente “regrese con ustedes y hable con ustedes sobre lo que quieren ver y lo que la comunidad quiere que suceda con el edificio de Palmer”.
“Una escuela”, alguien murmuró.
Melanie Asmar es la corresponsal jefa de Chalkbeat Colorado. Comunícate con Melanie por correo electrónico a masmar@chalkbeat.org.