El esposo de Milagros Reyes fue parte de la primera oleada de neoyorquinos que sucumbieron al coronavirus, tomando su último respiro en el apartamento de la familia en el este de Nueva York. Su muerte en abril de 2020 dejó a Reyes sola con dos hijos de 3 y 10 años.
Reyes llamó al 911 para que buscaran el cuerpo de su esposo, que estaba en cuarentena en un dormitorio. Pero pasaron horas y no llegó ninguna ambulancia. Cuando un padre coordinador de la escuela de su hijo de quinto grado, la P.S. 89, llamó para verificar la ausencia del niño, la explicación de Reyes disparó una serie de mensajes a la principal de la escuela, al superintendente del distrito, y a cualquier persona que pudiera ser de ayuda.
Finalmente, los paramédicos llegaron después de 24 horas.
“Para un niño pequeño, eso es traumático. No fue fácil,” dijo Reyes. Sin embargo, ella se está esforzando por salir adelante, apoyándose en su sistema de apoyo en la comunidad escolar. “Todavía estamos luchando.”
La sombría situación no fue la única vez que una familia de la P.S. 89 tuvo dificultades para sacar el cuerpo de un pariente de la casa. Esas crisis sirvieron como advertencia temprana de la devastación que experimentarían muchos miembros de la comunidad, y presagiaron la forma en que la escuela respondería: con la ayuda de todos.
En la escuela P.S. 89 (una escuela bilingüe de Pre Kinder - 8vo grado en Cypress Hills), la pandemia causó un daño inmenso que incluyó muerte de seres queridos, pérdida de trabajos, problemas de salud mental e interrupciones mayores en el aprendizaje de los estudiantes. Ahora que las tasas de contagio están bajando drásticamente y los funcionarios escolares prometen la vuelta a la enseñanza presencial para todos los estudiantes este otoño, los principales de escuela están tratando de determinar cómo reabrir completamente en septiembre y a la vez atender las profundas heridas emocionales y las lagunas de aprendizaje de los estudiantes.
Para muchas familias, las cicatrices emocionales y las interrupciones en el aprendizaje están relacionadas. Las inquietudes iniciales de Reyes eran sobrevivir tras la muerte de su esposo, Patricio Méndez, un taxista que llevaba a su hijastro a la escuela todos los días y disfrutaba jugando dominó y Monopoly.
Reyes, que de repente se convirtió en el único sostén de la familia tras siete años de matrimonio, vio cómo su trabajo como estilista se detuvo durante la pandemia, y la familia tuvo que mudarse. La situación impactó inmediatamente la educación de José David Sime Reyes, estudiante de quinto grado que estaba aprendiendo virtualmente a tiempo completo y que a menudo faltaba a las clases.
Los funcionarios de la P.S. 89 hicieron todo lo posible por reintegrar a José David, haciendo acomodos especiales incluso después de que pasara la fecha límite de la ciudad para matricularse en clases presenciales, y le ofrecieron tutorías adicionales en grupos pequeños. El niño de 10 años está progresando académicamente ahora que está de vuelta físicamente en la escuela, aunque Reyes ha comenzado a preguntar sobre consejería para él — y para ella — a fin de procesar todo lo que han pasado.
El personal de la P.S. 89 sabe que el trauma y las interrupciones del año pasado van a seguir teniendo efectos. Como escuela que se ha enfocado por años para establecer lazos profundos con las familias y ofrecer servicios completos, la principal de la escuela, Irene León, se siente optimista en cuanto a la capacidad de la escuela para afrontar el momento. Pero como no había un plan ya establecido para este tipo de situaciones, ella está preparando el suyo.
“Es abrumador pensar en cuáles van a ser las necesidades del próximo año cuando tengamos a todos los estudiantes en el edificio,” dijo León. “¿Cómo podemos reconstruir nuestro sentido de comunidad?”
Camino a la recuperación en el nuevo año escolar
Desde marzo de 2020, más o menos la mitad de los estudiantes se ha mantenido en un programa completamente virtual, lo cual ha interrumpido los patrones sociales y hace difícil que los maestros conozcan a sus estudiantes. Ahora que los funcionarios de la ciudad están planificando requerir que todos los estudiantes asistan a la escuela en persona este otoño, León tiene planificado restablecer el sentido de pertenencia de inmediato.
La escuela va a tener una serie de actividades al aire libre para fomentar el sentido de equipo. Estas actividades durarán una semana y se llevarán a cabo en el cercano Highland Park, un espacio en el que la escuela puede reunir a más miembros de la comunidad a la vez, teniendo en cuenta la incertidumbre sobre las normas de distanciamiento social en las escuelas este otoño. Ella espera que las actividades al aire libre faciliten el regreso de los estudiantes y les ayuden a crear vínculos sociales, algo que se vio afectado durante la pandemia.
Esas actividades también le darán al personal una idea de dónde están los estudiantes emocionalmente y cuáles podrían ser sus intereses. Aunque la P.S. 89 cuenta desde hace tiempo con un programa de asesoría académica para los estudiantes de intermedia, León espera modificar el programa para agrupar de manera intencional a los estudiantes según sus pasiones o necesidades, basándose en lo que los maestros observen esa primera semana, y esto aumentará la probabilidad de que los estudiantes establezcan vínculos entre sí rápidamente y por lo menos con un adulto.
Una vez establecidos en sus salones de clase, algunos descubrirán que tienen dos maestros en lugar de uno, gracias a un aumento en el presupuesto de la escuela y al dinero que León pudo transferir del año pasado. La escuela tiene planes de usar el personal adicional para acercarse a los estudiantes de los grados K-2 para que la mayoría de ellos tomen clases impartidas por dos maestros, un modelo popular para atender a los estudiantes con discapacidades y que es menos común en los salones de clase tradicionales. Como los estudiantes regresarán con niveles de lectura muy variados, donde algunos tendrán dificultad para dominar las letras y sus sonidos, León espera que los maestros adicionales trabajen con quienes necesiten ayuda adicional y al mismo tiempo ayuden a los que están más adelantados.
Después de un año con dos retrasos y frecuentes cierres debido a los casos positivos de coronavirus, los funcionarios escolares también están tratando de dar tiempo suficiente para que los estudiantes se pongan al día. La P.S. 89 tiene planes de evaluar a los estudiantes al principio de las secuencias de lectura y matemáticas, dejando hasta una o dos semanas entre cada unidad para trabajar en el material que los estudiantes puedan haber perdido el año anterior.
“El año fue más corto de lo previsto, no importa como se mire,” dijo León. “Es importante que corrijamos las destrezas que les faltan y que todavía no dominan.”
Pero León no está midiendo el éxito de este otoño según cuán rápido los maestros puedan poner a los estudiantes al día, y tampoco según las puntuaciones en exámenes. Ella dijo que la medida más precisa del éxito de la escuela el próximo otoño es cómo se sienten los estudiantes cuando entren por las puertas de la escuela: “La mayor señal será que los niños son felices,” dijo.
Todavía hay una gran cantidad de incógnitas que marcarán el próximo curso escolar. La ciudad ha destinado $500 millones a un “programa de recuperación académica,” aunque todavía no está claro cómo les llegará el dinero a las escuelas.
Es posible que la escuela reciba fondos adicionales para unirse al programa oficial de “escuelas comunitarias” de la ciudad, que proporciona servicios de apoyo similares a los que la P.S. 89 ha estado brindando por años — pero lo más probable es que la escuela no lo sepa hasta finales de este verano.
Al mismo tiempo, los detalles clave sobre cómo las escuelas operarán este otoño están en el aire, y esto incluye las normas de salud y seguridad. Estas regulaciones podrían tener grandes implicaciones, ya que determinarán cuántos estudiantes puede haber por cada salón de clases, y eso a su vez afectará la programación y la cantidad de maestros que la escuela necesitará.
Y hay otras necesidades inmediatas de planificación, que incluyen un programa de verano expandido que empieza el mes que viene y que muchos principales (como León) serán responsables de organizar.
“Se necesita mucha planificación para hacerlo bien, y siento que ahora mismo estoy haciendo dos trabajos,” añadió.
Trabajar con familias para apoyar la salud mental de estudiantes
Aun así, la P.S. 89 posiblemente esté en mejor posición que la mayoría de las escuelas para resolver las necesidades emocionales y académicas que tendrán los estudiantes en otoño. Sus profundas relaciones con los padres probaron ser esenciales durante la pandemia y pueden ser la clave para la recuperación de la escuela.
La escuela P.S. 89, fundada en 1997 por un grupo de padres en colaboración con una organización local sin fines de lucro, fue una de las primeras con la idea de que las escuelas pueden ayudar a derribar barreras externas al aprendizaje como el hambre o la inestabilidad de la vivienda incorporando apoyo y servicios sociales en sus programas. La colaboración de la escuela con la Cypress Hills Local Development Corporation hace que las familias tengan acceso más fácil a servicios de vivienda, a capacitación para encontrar empleo, y otros apoyos sociales. La organización también dirige el programa después de la escuela.
“Llevamos más de 20 años haciendo todo esto. Estábamos preparados, conocíamos a nuestras familias, sabíamos qué tipo de preguntas hacer,” dijo Sasha Rincón, una de las consejeras.
La escuela también tiene el beneficio de contar con una estructura de liderazgo única, donde un padre funciona como codirector y otro padre como coordinador, y esto ayuda a orientar a las familias y a organizar talleres sobre temas como nutrición saludable.
El año pasado, la escuela reforzó su personal para ayudar a satisfacer las necesidades de las familias, y esto incluyó un trabajador social nuevo además de los dos consejeros que ya tenía. Rincón ya está elaborando planes el año que viene para asegurar que los estudiantes reciban el apoyo que necesitan fuera del salón, y anticipa que habrá más problemas para seguir instrucciones, de motivación, acoso escolar, cómo manejar un rechazo romántico y cómo procesar la muerte de alguien. Ella está deseosa de reanudar el programa de mediación de la escuela, en el que los estudiantes toman la iniciativa para resolver conflictos interpersonales.
Basándose en lo que el personal de la escuela ha aprendido sobre las circunstancias individuales de los estudiantes este año, ella ya está identificando a los estudiantes que pudieran necesitar consejería, los cuales incluyen a los que se encuentran en vivienda temporal, un grupo que anticipa ser más grande este año porque las consecuencias económicas seguirán afectando a una comunidad que ya estaba sufriendo por inestabilidad en la vivienda. Ella espera asociarse con el departamento de salud de la ciudad para dirigir un grupo enfocado en el duelo para un pequeño grupo de estudiantes que perdieron a sus padres o que han enfrentado otros traumas, entre ellos abuso o maltrato.
Sin embargo, los esfuerzos para atender traumas y ayudar a los estudiantes a ponerse al día académicamente solamente pueden funcionar si los estudiantes asisten a la escuela.
La escuela históricamente ha tenido índices de asistencia impresionantes, a pesar estar en una comunidad con grandes necesidades: Alrededor del 41% de los estudiantes están en el programa para aprender inglés y un 91% son de familias con pocos ingresos, una cifra muy superior al promedio de la ciudad.
Antes de la pandemia, cerca de un 11% de los estudiantes tenían un historial de ausentismo crónico, es decir, habían faltado por lo menos un 10% del año escolar, según datos de la ciudad. Esta cifra es significativamente inferior a la tasa de ausentismo crónico de toda la ciudad, que es aproximadamente un 21%.
A pesar de su historial de buena asistencia, la P.S. 89 se encontró en una situación similar a la de otras escuelas, luchando para lograr que todos sus estudiantes se mantuvieran conectados durante el año pasado. Aunque la asistencia seguía siendo alta en papel, algunos estudiantes estaban perdiendo una cantidad significativa de instrucción virtual. (Cualquier interacción con la escuela en un día de clases virtuales, por breve que sea, hace que el estudiante se cuente como presente, según la política de la ciudad.)
Cuando algunos estudiantes de intermedia empezaron a faltar a las clases de la mañana, el personal de la P.S. 89 empezó a llamarlos para despertarlos. A menudo era difícil comunicarse directamente con los estudiantes, especialmente con los que estaban solos en la casa y no contestaban el teléfono, Rincón dijo. Cuando el trabajo se acabó o los padres tuvieron problemas con la logística de la escuela a distancia mientras mantenían sus empleos, algunos estudiantes se mudaron de Brooklyn o regresaron a sus países de origen, como México, Ecuador y República Dominicana. Un puñado de estos niños aprendieron a distancia desde fuera del país. (En total, la matrícula de la escuela bajó alrededor de un 4% este año, al igual que el promedio de la ciudad.)
Aunque los funcionarios escolares habían resistido la idea de tener programas para incentivar la asistencia, la escuela lanzó uno por primera vez, y las recompensas por mejorar la asistencia eran cosas como lápices y hoodies — o, en algunos casos, tarjetas de regalo de McDonald’s y Amazon.
A partir de septiembre, los estudiantes no tendrán la opción de aprender desde casa, lo que ha causado críticas de algunos padres de la ciudad, que dicen que no se les consultó antes de que el alcalde cambiara de opinión sobre la necesidad de tener opciones virtuales, y que quieren volver a los salones a su propio ritmo o simplemente le ven ventaja a la enseñanza a distancia.
Por su parte, León indicó que los padres de la P.S. 89 no han pedido tener una opción virtual, y múltiples familias dijeron que están deseando enviar a sus hijos de vuelta a la escuela en persona a tiempo completo.
“Creo que los padres quieren volver,” dijo León. “Creo que los niños quieren volver.”
Listos con proyectos prácticos
Muchas decisiones cruciales sobre cómo dar la bienvenida a los estudiantes este septiembre recaerán en los maestros.
Elizabeth Velázquez, maestra de arte en la P.S. 89, está empezando a pensar en cómo será su clase el año próximo, y en cómo reestructurar sus lecciones para atraer a los estudiantes que hayan tenido experiencias negativas con la escuela este año.
En vez de empezar con lecciones estructuradas sobre artistas o técnicas específicas, tiene previsto darles espacio para dibujar, pintar o hacer collages por su cuenta.
“Siento que durante mucho tiempo se les ha impedido tener uso de materiales y juego, por ejemplo jugar al aire libre, jugar entre ellos, y realmente necesitan ese movimiento,” dijo. “Quiero que entren al salón y empiecen inmediatamente a hacer cosas.”
La enseñanza a distancia fue particularmente difícil para los maestros de arte como Velázquez, que no podía contar con que las familias tuvieran materiales en la casa. Ella les enseñó a hacer pinturas con repollo, cúrcuma y otros ingredientes en el hogar, y observó que algunos estudiantes encontraron en el arte una salida para el dolor y la confusión que sintieron durante la pandemia. También aprovechó las clases a distancia para facilitar la participación de invitados, entre ellos George Ibáñez, un conocido artista de grafiti con profundas raíces en Nueva York.
Para muchos estudiantes, sin embargo, trataron la clase de arte como opcional, especialmente para aquellos que estaban abrumados por la pandemia y tratando que mantenerse al día con las tareas virtuales de otras clases. Velázquez también tuvo que manejar muchas cosas este año, porque la complicación de los horarios y las reglas de seguridad hacían que tuviera que ayudar a facilitar de todo, desde clases de gimnasia hasta clases de humanidades.
Velázquez espera que al darles páginas en blanco a los estudiantes, eso les ayudará a regresar al salón y les dará un poco de alegría. Es un experimento, y no se sabe cómo reaccionarán sus estudiantes. Pero si hay algo que se llevó con ella este último año, es que posiblemente no tendrá control total sobre cómo se desarrolle el año.
“No sé exactamente cómo van a ser las cosas,” dijo. “Me voy a concentrar en la alegría que sé que existe con mis estudiantes, y la usaré siempre que tenga que enfrentar cualquiera de los retos que surjan en este nuevo año.”
Este artículo es parte de nuestra asociación con Univision 41.