No hay manera para definir lo que es ser Latina. Para mí era solo una manera de identificarme, la respuesta que daba cuando alguien me preguntaba “Y tú, ¿qué eres?” Recientemente en la secundaria, sin embargo, mi identidad como Latina ha crecido hasta convertirse en parte esencial de mi voz.
Estas fueron las primeras oraciones de mi propia solicitud de admisión universitaria en 2012.
La acción afirmativa está nuevamente en las noticias, ya que el Tribunal Supremos decidió esta semana que las políticas de admisión que toman en cuenta la raza en Harvard y en la Universidad de Carolina del Norte representan una violación de la 14ta Enmienda de la Constitución de Estados Unidos. No obstante, la acción afirmativa ya era un tema candente entre mis compañeros de secundaria hace más de una década.
Recuerdo estar sentada en una mesa redonda grande, debatiendo con mis compañeros de clase, en su mayoría blancos y afluentes, si la acción afirmativa debía continuar. Mientras un lado del salón argumentaba que le daba una ventaja injusta a ciertos estudiantes, el otro señalaba que, dada la historia de este país, la política era necesaria para que los estudiantes de minorías raciales tuviesen espacio en los campus universitarios.
En esos momentos todavía me faltaban un par de años para ir a la universidad. Pero yo sabía que lo que estábamos discutiendo ‘hipotéticamente’ me impactaba de una manera muy real.
Como chica negra y latina de Brooklyn en una escuela secundaria pequeña, privada y predominantemente blanca, era crucial para mí destacar mi identidad. La mayoría de mis amigos eran estudiantes de minorías raciales que habían llegado a nuestra escuela mediante programas de acceso a la universidad. Ya fuera organizando la asamblea del Mes de la Historia Latina, o asistiendo a otra conferencia más de diversidad, toda mi experiencia en la secundaria se enfocó en aprovechar las oportunidades para expresar mi cultura.
Por lo tanto, cuando llegó el momento para solicitar admisión a la universidad, todo giraba en torno a mi identidad como chica de una familia de puertorriqueña en Nueva York. Mientras investigaba universidades y las visitaba, procuré fijarme en los grupos y las caras que se parecieran a la mía. Incluí mi identidad Latina en las respuestas a la mayoría de las preguntas de ensayo que contesté y fue parte de la discusión en todas mis entrevistas de admisión.
Por décadas la acción afirmativa tuvo sus críticos, gente que cree que los beneficiarios de la política están tomando espacios injustamente en universidades altamente selectivas. Después de que me aceptaron en una universidad prestigiosa de Estados Unidos, escuché comentarios como “a ella la aceptaron simplemente por ser hispana”. La decisión del Tribunal Supremo, no obstante, probablemente dejará a los estudiantes de minorías raciales aún más vulnerables a quedarse fuera y rezagados en el mundo de la educación superior.
En su escrito a nombre de la mayoría, el Juez Presidente del Tribunal Supremo John Roberts dijo que “nada en esta opinión debe considerarse como que las universidades tienen prohibido considerar una discusión de un estudiante de cómo la raza afectó su vida, ya fuese en forma de discriminación, inspiración, u otra cosa”,
Pero la Juez Sonia Sotomayor, en su disidencia, se refirió a esa declaración como “una promesa falsa para quedar bien ante el público”. Ella escribió lo siguiente: “Este supuesto reconocimiento de que las universidades pueden en algunos casos considerar la raza en los ensayos de solicitud no es otra cosa que un intento por hacer que todo sea bonito. La opinión del Tribunal circunscribe la habilidad de las universidades de considerar la raza en cualquier forma eliminando meticulosamente los intereses de diversidad de los solicitantes”.
Lo que está en riesgo aquí es que los estudiantes puedan incluir una parte esencial de ellos durante todo el proceso de solicitud. Para muchos de ellos, particularmente los de minorías raciales, hablar sobre su trasfondo cultural ofrece un contexto importante. Aunque la decisión no prohíbe que los estudiantes hablen en sus ensayos de cómo la raza les afecta, sí limita cómo pueden hablar del tema en las áreas que el Tribunal considera apropiadas. Esto agrega otra barrera para los estudiantes negros y latinos en la que los estudiantes blancos nunca tienen que pensar.
Como graduada de la universidad, empecé a ofrecer orientación universitaria en el mismo programa comunitario de acceso universitario que me ayudó a mí. Cuando me siento con mis estudiantes para empezar a trabajar en sus solicitudes, y en particular sus declaraciones personales, siempre les hago las mismas preguntas: ¿Qué cosas necesita saber otra persona acerca de ti para verdaderamente entenderte? ¿Cuáles son algunos momentos de definición que cambiaron o moldearon tu perspectiva?
Para mis clientes privados o que pagan por mis servicios, esas conversaciones normalmente giran en torno a seleccionar qué actividades extracurriculares incluir en la solicitud. Para mis estudiantes del programa de acceso, con mayor frecuencia gira en torno a cómo hablar de su identidad. Esas historias están entretejidas en la fibra que su ser, afectan aquellas cosas que les apasionan, y con frecuencia dictan por qué quieren ir a la universidad.
Las oficinas de admisiones en las universidades insisten que la solicitud es un espacio para que ellos conozcan mejor a un estudiante. ¿Cómo puede eso continuar si esta decisión obliga a los estudiantes a reconsiderar y modificar lo que pueden compartir? ¿Qué les dice esto a los estudiantes que consideran que su identidad racial es un elemento clave de quienes son y ahora tienen que cuestionarse cómo las universidades interpretarán su historia?
Cuando yo empecé en el campo del acceso a la universidad, mi única intención era trabajar en eso por un año para luego continuar mis estudios graduados. Pero me quedé no solo porque me ví reflejada en mis estudiantes y entendí lo crítico que es obtener la orientación correcta en este proceso, pero también porque me puso en primera fila para ver los cambios que se necesitaban.
No, no se trata de que las universidades necesitan dejar de considerar la raza al momento de decidir las admisiones. Se necesitan más esfuerzos para centralizar el proceso en torno a la voz del estudiante y su desarrollo personal y no en hitos ambiguos. Hay que invertir más recursos para hacer que el proceso y los campus universitarios sean más accesibles para los estudiantes de minorías y los que provienen de comunidades con pocos recursos.
Yo he visto a las instituciones inclinarse a estos cambios, particularmente después de la pandemia. Como muchas escuelas se han quedado con un modelo en el que los exámenes son opcionales, los representantes de admisiones han seguido ofreciendo eventos virtuales, y más oficinas están aceptando declaraciones en video con herramientas como Glimpse, hemos visto universidades que están actuando acerca de sus llamados a la diversidad.
Aunque a los orientadores universitarios y representantes de admisiones les preocupan los posibles atrasos, las buenas noticias son que esta decisión del Tribunal dejará ver qué campuses están verdaderamente buscando diversidad y cuáles simplemente están cumpliendo un requisito. Como defensora del acceso a la universidad, siento curiosidad por saber qué oficinas van a tomar los pasos adicionales para encontrar a los estudiantes que las políticas de admisión que toma en cuenta la raza protegen y cuáles se van a escudar con la decisión del tribunal.
Yo ahora leo mi ensayo de solicitud con un claro entendimiento de cuántas barreras superé como estudiante afropuertorriqueña que creció en comunidades con pocos recursos, y de cómo tendría que cambiarla ahora por esta decisión — tendría que borrar mi identidad completamente solo por dar un falso sentido de igualdad.
Carina Cruz es natural de Nueva York, se dedica a ayudar a la comunidad a tener acceso a a universidad y apoya a estudiantes que están buscando continuar su educación. Al mismo tiempo que ofrece servicios de orientación, Cruz es también Directora de Programas de Alcance para Orientadores en EE.UU. en InitialView, donde trabaja con organizaciones comunitarias y redes escolares para destacar las voces de los estudiantes en sus solicitudes.