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El estudiante de high school del Bronx, originario de Venezuela, intentaba hacer lo correcto en todo momento.
Dylan, de 20 años, huyó de su país el año pasado y se entregó en la frontera de Estados Unidos en abril de 2024, a través de un programa de ingreso implementado durante la administración Biden. Solicitó asilo y se le permitió entrar al país mientras esperaba una cita en la corte, lo que le permitió obtener un permiso de trabajo y una licencia de conducir para aprendices, según relataron sus abogados y su madre, Raiza.
Se reunió con su madre y sus dos hermanos menores en el Bronx, y empezó a trabajar a tiempo parcial como repartidor para ayudar a Raiza a reunir el dinero necesario para sacar a la familia del refugio municipal donde vivían y mudarse a un departamento propio.
Y aunque ya había terminado la high school en Venezuela, se inscribió en una high school del Bronx que está orientada a recién llegados de mayor edad, decidido a seguir estudiando y llegar a la universidad.
Por eso, cuando llegó la fecha obligatoria de comparecencia de Dylan el pasado miércoles, él y Raiza no dudaron en presentarse en persona, tal como se les había indicado, en el bajo Manhattan. Asumieron que se trataría de un trámite rutinario, según explicó Raiza, quien pidió que se usaran solo sus nombres de pila por temor a represalias por parte de las autoridades migratorias.
En cambio, según relató Raiza, Dylan —quien asistió a la audiencia sin abogado— renunció sin saberlo a sus protecciones legales y fue arrestado de inmediato por agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés), que lo siguieron al salir de la sala hasta el vestíbulo del tribunal.
El arresto de Dylan fue parte de una ofensiva a nivel nacional. En tribunales de todo el país, abogados del gobierno solicitaron a los jueces que desestimaran los casos contra migrantes para reabrirlos de inmediato como casos de “remoción expedita”. Esto permitió a las autoridades detener a sus objetivos en el acto e iniciar un proceso de deportación acelerado, con menos controles legales, según abogados y diversos informes periodísticos.
“Parece un juego sucio de su parte”, le dijo Raiza a Chalkbeat en español. “Cuando alguien se comparece ante un juez es porque no tiene antecedentes penales, porque quiere hacer las cosas bien… Lo único que él quiere es estudiar”.
El arresto ha causado un fuerte impacto en ELLIS Prep, la high school del Bronx con una comunidad estrechamente unida a la que asiste Dylan, y representa el primer caso conocido de un estudiante actualmente matriculado en una escuela pública de la ciudad de Nueva York detenido por ICE durante el segundo mandato de Trump, según señalaron varios defensores de los derechos de inmigrantes y educadores.
La directora de ELLIS Prep, Norma Vega, reunió al personal el pasado viernes para informarles sobre Dylan. “Se llevaron a uno de nuestros chicos,” dijo.
Vega dijo que le da aliento ver el apoyo que Dylan ya está recibiendo y que espera poder organizar más acciones para luchar por su liberación. “Pensaron que era un blanco fácil, que no valía nada… [pero] hay muchísima gente dispuesta a respaldarlo”.
En una declaración en respuesta a una consulta de Chalkbeat —que luego fue publicada en redes sociales—, la canciller de escuelas Melissa Avilés-Ramos expresó: “Lamentamos profundamente la detención del estudiante por parte de ICE y acompañamos con el corazón a su familia en este difícil momento. Aunque el incidente no ocurrió dentro de una escuela, queremos transmitirles tranquilidad a nuestras familias: seguiremos alzando la voz y defendiendo la seguridad, la dignidad y los derechos de todos nuestros estudiantes”.
En los cinco días desde su detención el 21 de mayo, Dylan —quien padece graves problemas estomacales— ha sido trasladado por cuatro estados distintos: Nueva Jersey, Texas, Luisiana y Pensilvania, según informaron sus abogados y su madre.
Los traslados constantes han dificultado que sus abogados se comuniquen con él, ya que normalmente se requieren varios días después de cada traslado para poder programar una consulta, según explicó una abogada del New York Legal Assistance Group (NYLAG), la organización que representa a Dylan. Raiza, quien ha logrado hablar con él por teléfono, contó que no se le ha brindado atención médica y que ha pasado casi todo el tiempo esposado de pies y manos.
ICE no respondió a la consulta de Chalkbeat sobre el caso de Dylan.
Un viaje agotador que lleva a más lucha y esperanza
La familia de Dylan forma parte de una ola migratoria sin precedentes que ha llegado a la ciudad de Nueva York en los últimos años. En 2023, Raiza cruzó el peligroso Tapón del Darién junto a sus dos hijos menores —que ahora tienen 7 y 10 años—. Pero en ese momento no podía costear el viaje de Dylan, así que él tuvo que emprender la travesía por su cuenta un año después.
La experiencia fue traumática. Dylan fue secuestrado en México por el temido cartel de Sinaloa y retenido para pedir un rescate, contó Raiza.
Una vez que logró asegurar su liberación, Dylan ingresó al país con una cita programada a través de la aplicación CBP One, un programa implementado durante la administración Biden —y recientemente revocado por Trump— que buscaba formalizar y agilizar el proceso de entrada a Estados Unidos. Se le permitió ingresar mientras aguardaba su primera cita en la corte, y solicitó —sin contar con un abogado— asilo y el Estatus Especial de Inmigrante Juvenil, una forma de protección legal destinada a jóvenes, según explicó su abogada del Grupo de Asistencia Legal de Nueva York (NYLAG, por sus siglas en inglés).
El estatus legal de Dylan le permitió calificar tanto para un permiso de trabajo como para una licencia de conducir provisional, según contó su madre. Logró comprarse su propia bicicleta eléctrica y trabajaba a medio tiempo como repartidor.
La vida en Estados Unidos no fue fácil para su familia. Su madre tuvo que desempeñar varios trabajos —entre ellos, vender chocolates, limpiar apartamentos y asistir a un carpintero— para poder sacar a su familia del refugio para personas sin hogar donde vivían en el Bronx. Luego, Raiza contó que casi pierde miles de dólares en una estafa vinculada a un contrato de alquiler, y que solo logró recuperar parte del dinero tras amenazar con llamar a la policía.
A Dylan le costaba equilibrar el trabajo con los estudios, y en un momento incluso llegó a considerar abandonar la escuela, hasta que la escuela misma y Raiza intervinieron, según contó ella. Más recientemente, Dylan estaba lidiando con importantes problemas de salud que lo mantenían alejado de las clases, añadió Raiza. De hecho, Dylan se encontraba en proceso de realizarse estudios médicos adicionales cuando fue detenido, explicó.
Pero a pesar de todas las dificultades, Raiza se sentía orgullosa de la vida que ella y sus hijos habían logrado construir en la ciudad de Nueva York.
“Lo único que quiero es un futuro mejor para ellos,” dijo Raiza. “Lamentablemente, mi país no ofrece esa posibilidad”.
Los tres niños adoraban sus escuelas. Dylan, un joven hogareño y poco interesado en fiestas, asumía un papel activo en el cuidado de sus hermanos menores mientras Raiza trabajaba largas jornadas. Los recogía de la escuela y corregía su conducta cuando era necesario, contó ella.
Y Dylan, quien solía llevar el cabello negro, largo y despeinado hasta los hombros, se ganó la admiración de muchos estudiantes y miembros del personal en ELLIS por su carácter tímido pero amable. Un compañero recordó que compartía con generosidad sus arepas, un popular plato venezolano elaborado con masa de maíz frita, rellena de carne o queso. Según contó su orientadora escolar, Dylan solía jugar al Uno durante el almuerzo con un grupo de amigos y estaba interesado en aprender a tocar la guitarra en la clase de música.
Una cita en la corte termina en una detención
Normalmente, una cita en la corte como la de Dylan habría sido un trámite sencillo. Pero cuando él y su madre llegaron al tribunal de inmigración, en el 290 de Broadway, en el Bajo Manhattan, los abogados del gobierno presentaron una solicitud inusual: le pidieron al juez que desestimara el proceso de deportación en su contra, según relataron su madre y sus abogados.
Pero al desestimarse el proceso de deportación de Dylan, su solicitud de asilo también quedó anulada, lo que lo dejó desprotegido legalmente y permitió al gobierno iniciar un proceso de remoción expedita.
Si la familia hubiera tenido un abogado presente, tal vez habría podido oponerse a la solicitud de desestimación o, al menos, comprender mejor las posibles repercusiones, señalaron los abogados de NYLAG que representan a Dylan. Pero Raiza contó que había buscado un abogado sin éxito antes de la audiencia y que no podía costear uno privado.
Después de que se desestimara el caso de Dylan, Raiza contó que dos hombres ingresaron a la sala del tribunal y luego los siguieron a ella y a Dylan al salir, incluso hasta el ascensor.
“Cuando salimos del ascensor, nos dijeron: ‘Párense contra la pared’”, recordó Raiza. A su lado, otra joven gritaba mientras era detenida, recordó también Raiza, quien en un principio fue esposada. Les suplicó a los oficiales que Dylan no tenía antecedentes penales y les explicó que tenía niños pequeños en casa. Los agentes decidieron liberarla, pero se llevaron a Dylan en un carro sin identificación, relató.
La práctica de realizar arrestos en los tribunales “generará temor y hará que las personas tengan miedo de asistir a sus audiencias y de ejercer su derecho al asilo”, advirtió la abogada de Dylan, quien habló bajo condición de anonimato para no poner en riesgo su caso. Sin embargo, también advirtió que faltar a una cita en la corte puede derivar en una orden de deportación.
Las horas posteriores al arresto de Dylan fueron un torbellino de actividad, mientras Raiza intentaba, en vano, obtener más información sobre su detención. Llamó al orientador de su hijo, Hedin Bernard, de ELLIS Prep, quien la derivó a una iglesia que podría ayudarla a conseguir representación legal y apoyo para el seguimiento del caso.
Bajo el proceso de remoción expedita, que no requiere una audiencia ante un juez, Dylan tendrá una entrevista con un oficial de asilo para evaluar si tiene un “miedo creíble” de regresar a Venezuela. Sus respuestas podrían determinar si existe alguna base legal para que pueda permanecer en el país. Según indicaron sus abogados, probablemente no tendrá acceso a representación legal durante el proceso.
Eso significa que, en esencia, Dylan tendrá que comenzar de nuevo el proceso de solicitud de asilo, “pero esta vez detenido y solo”, explicó su abogada.
Según Raiza, Dylan ya no tiene familiares cercanos en Venezuela, y le preocupa que el gobierno lo pueda si regresa. “Esto es lo que me angustia”, dijo. “No va a terminar bien”.
Los abogados de Dylan sostienen que su detención y el intento de deportación rápida presentan múltiples cuestionamientos legales. Actualmente existe una demanda en curso que disputa si las personas que ingresaron al país como lo hizo Dylan pueden ser sometidas a una remoción expedita. Además, los abogados señalaron que Dylan tiene una audiencia pendiente relacionada con su solicitud de Estatus Especial de Inmigrante Juvenil (SIJS, por sus siglas en inglés).
La detención de Dylan ha sido devastadora para sus dos hermanos menores, que están en edad de escuela primaria y lo ven como “un papá”, contó Raiza.
El día en que detuvieron a Dylan, Raiza no llegó a casa a la hora habitual, y sus hijos más pequeños empezaron a llamarla desesperados. Tuvo que darles la noticia por teléfono.
“El niño empezó a llorar desesperadamente… solo preguntaban, ‘¿cuándo va a volver?’”, contó. “Les dije que ICE se había llevado a su hermano, que confiaran en Dios, que todo iba a salir bien, y que rezaran, porque Dios siempre escucha a los niños”.
Raiza contó que Dylan ha tratado de mostrarse fuerte durante las llamadas telefónicas, pero ella sabe que en realidad está asustado.
En cuanto a Raiza, su extenuante travesía hasta los Estados Unidos la ha hecho valiente frente a casi todo. Aunque hay algo que aún la asusta: “Lo único que me da miedo es que le pase algo a mis hijos,” dijo. “No quiero perder a mi hijo.”
Traducido por Flavia Melisa Franco
Michael Elsen-Rooney es reportero de Chalkbeat Nueva York y cubre las escuelas públicas de la ciudad de Nueva York. Póngase en contacto con Michael en melsen-rooney@chalkbeat.org.